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BORODIN Y BUKOWSKI. EL BIENAMADO Y EL MALQUERIDO. ¿LIMÓN O WHISKY?

domingo, diciembre 29th, 2013

borodin bukowski

Días atrás, compartía con ustedes uno de los poemas más lindos de Bukowski, «Tira los dados» que nos invitaba a apostar a lo que queremos, con todo nuestro ser. Esta madrugada, recién vuelta la luz, les regalé el video con la música divina de Borodin «En las estepas de Asia Central». Dos genios, Borodin y Bukowski. El uno, considerado demasiado bueno, el otro, demasiado malo. Y, como ésta será mi última nota del año, a modo de balance quiero mostrar yin y yang. Ambos artistas me conmueven hasta la médula y no estoy segura de las malas intenciones de Charles al escribir sobre Alexander; en todo caso, su estilo ácido hasta podría ser una defensa, una reivindicación de quien él interpretó como una especie de desgraciado. Entonces, aquí, yo sí quisiera valorar el poema del maldito y echar un poco de luz sobre la vida del que él aparentemente desestimaba y que, analizando su vida y su obra, no hizo otra cosa que «tirar los dados».

Empecemos con el poema:

“la vida de Borodin” de Charles Bukowski

la próxima vez que escuches a Borodin
recuerda que fue sólo un químico
que escribió música para relajarse;
su casa estaba atestada de gente:
estudiantes, artistas, borrachos, pordioseros,
y él nunca supo cómo decir: no.
la próxima vez que escuches a Borodin
recuerda que su mujer usaba sus composiciones
para forrar las cajas de los gatos
o cubrir jarras de leche agria;
ella tenía asma e insomnio
y lo alimentaba a base de huevos pasados por agua
y cuando él quería cubrirse la cabeza
para acallar los sonidos de la casa
ella sólo le permitía usar una sábana;
aparte de que solía haber siempre alguien
en su cama
(dormían por separado si es que dormían
algo)
y como todas las sillas
solían estar ocupadas
él dormía a menudo en las escaleras
arropado con un viejo chal;
ella le decía cuándo cortarse las uñas,
que no cantara ni silbara
ni se pusiera más limón de la cuenta en el té
ni lo exprimiera con la cucharita;
Sinfonía nº 2, en Si menor
El Príncipe Ígor
En las Estepas del Asia Central
él sólo conseguía dormir poniéndose un trozo
de paño oscuro sobre los ojos
en 1887 asistió a un baile
en la Academia de Medicina
vestido con un festivo traje nacional;
por fin parecía excepcionalmente contento
y cuando se desplomó
creyeron que se hacía el payaso.
la próxima vez que escuches a Borodin,
recuerda…

Y ahora, quisiera, antes de emprender la defensa de Borodin, compartirles unos videos con parte de su obra. Estoy segura de que después de escuchar tan maravillosa música, se quedarán con ganas de escuchar más y de conocer la historia del genio que la compuso. Vamos.
[Para escuchar la música de los videos que aquí abajo les pego, recuerden anular la música de la página, haciendo click donde dice AUDIO OFF, en el margen superior izquierdo de la pantalla.]

Muy bien, empecemos diciendo que Borodin, evidentemente, no fue “sólo” un químico, fue un apasionado, un marido amoroso y feliz, un filántropo y un defensor de los derechos de la mujer y su esposa no era tan insensible a la música sino todo lo contrario: una pianista distinguida. La vida del matrimonio era caótica porque Borodin, como profesor y conferencista, viajaba continuamente y cuando estaba en casa, recibía las visitas imprevistas de colegas y alumnos, que lo adoraban. Y su muerte no fue una sorpresa para nadie, ya que, sufría de una afección cardíaca, pero su espíritu optimista lo impulsaba a no abandonar sus actividades; así fue como asistió al gran baile de disfraces de la Academia en 1887, vestido cosaco, con botas altas y camisa roja, y se puso a bailar alegremente, no precisamente lo más recomendable para una persona con problemas del corazón (les cuento esto y recuerdo la última noche de mi viejo querido). Los invito a conocer un poco de la biografía de este médico, químico, compositor, hermoso hombre ruso.

Alexander Porfirievich Borodin nació en San Petersburgo, el 12 de noviembre de 1833. Era hijo ilegítimo del príncipe Luka Stepanovich Gedevanishvili (algunos autores lo nombran, más fácilmente, como Lucas Gedianov), descendiente de los reyes de Imericia (la Cólquida de los griegos, donde se encontraba el vellocino de oro), un reino independiente de Georgia al sur del Cáucaso, entre los mares Negro y Caspio. Su madre se llamaba Eudoxia Konstantinova Antonova, pero la conocían como Dounia: «una mujer hermosa, culta y con independencia económica.»

Cuando Alexander nació, su padre tenía 65 años. La madre, no más de 24 o 25. El padre y la madre de Borodin no estaban casados. Para guardar las apariencias, el niño fue registrado como hijo de uno de los sirvientes de su padre, Porfirio Borodin, que le dio su apellido, lo cual -al parecer- no era algo infrecuente en la Rusia de la época. De hecho, el príncipe debía ser un conquistador irresistible, y a Borodin se le conocen, al menos, dos hermanos de padre con distintas madres, que también llevaban los apellidos de sendos sirvientes del noble conquistador: Dimitri Sergueïevitch Alexandrov y Eugueny Fiodorovitch Fiodorov.

El Príncipe murió cuando Alexander era todavía muy niño; pero le dejó a su hijo una sustanciosa herencia que le permitió vivir sin dificultades económicas. Y Dounia, que contraería matrimonio con un médico militar retirado -aunque, al parecer, nunca dejó de mantener una «íntima amistad» con el padre biológico de Borodin- se ocupó de que recibiera la mejor educación.

Ya de niño, Borodin dio muestras de su gran inteligencia y de estar especialmente dotado para los idiomas (además de su idioma natal, hablaba francés, alemán, inglés e italiano) y para la música: no sólo aprendió a tocar el piano, sino que también ejecutaba con maestría la flauta y el violonchelo; también tocaba el oboe y el clarinete, al igual que varios metales. A la edad de 9 años ya compuso su primera pieza, una polka titulada «Helene», y a los 13 había compuesto un concierto para flauta y piano, así como un trío para dos violines y chelo. Muy pronto, también, manifestó su interés por la química. A los 13 años montó un laboratorio en su casa, donde fabricaba colorantes para acuarelas.

En 1850 ingresó como alumno en la Academía Médico-Quirúrgica, una institución militar, de su ciudad natal. Durante su época de estudiante no dejó de manifestar su especial predilección por la Química (que en aquellos tiempos era materia destacada en las facultades de Medicina), siendo su maestro más importante el profesor Nikolai Zinin (1812-1880), uno de los pioneros de la química orgánica, cuya influencia sería decisiva en la carrera profesional de Borodin. Se graduó como médico en 1856, recibiendo la máxima calificación posible «cum eximia laude». Inmediatamente fue destinado al 2º Hospital Militar, donde inició su ejercicio profesional como médico-cirujano. Allí conoció a un joven y elegante oficial, de familia noble, llamado Modest Petrovich Mussorgsky (1839-1881), compositor de enorme talento musical, aunque su amistad -que duró hasta la muerte de éste- no empezaría, realmente, hasta algunos años después.

Está comprobado que su experiencia como cirujano no le resultó agradable, y no por la naturaleza de su trabajo -como cabría suponer- sino por la brutalidad con que, allí mismo, en el Hospital, los jefes y oficiales imponían disciplina, utilizando el látigo sin justificación posible. Borodin se dedicó a completar su tesis doctoral. La vocación por la química ya estaba definida y el profesor Zinin lo preparaba para que fuera su ayudante en la Academia Médico-Quirúrgica Militar. En 1858 presentó su tesis doctoral «Sobre la analogía entre los ácidos arsénico y fosfórico». Posteriormente, entre los años 1859 y 1862, estuvo en Alemania, Francia e Italia ampliando su formación. Primero en la prestigiosa Universidad de Heidelberg, en los laboratorios de Kirchoff, Bunsen, Kekulé y Erlenmeyer. Allí le acompañaron otros estudiantes rusos, entre ellos Dmitri Mendeléiev (1834-1907), el creador de la famosa «Tabla periódica de los elementos». Luego en París y en Pisa.

En 1861 conoció a una pianista rusa de 29 años: Ekaterina Sergeievna Protopopova, que había llegado a Heidelberg en busca de curación para la tuberculosis que padecía. Para el mejor tratamiento de la enfermedad de Ekaterina, le recomendaron que acudiera a Pisa, donde viajó acompañada por su -ya entonces- prometido, quien continuó sus estudios en los laboratorios de Luca y Tassinari. Regresaron a San Petersburgo en 1862 y Borodin recibió el nombramiento de profesor adjunto de Química; y en abril de 1863 contrajeron matrimonio que -al decir de quienes los conocieron- resultó muy afortunado a pesar de la enfermedad de Ekaterina y de su infertilidad. Al cumplirse el vigésimo aniversario de bodas, Borodin terminó el «Cuarteto para cuerdas Nº 2» (primer video de la serie), y se lo dedicó a su esposa. Había tardado seis años en componerlo.

Borodin y su esposa tomaron como residencia un apartamento al lado del Laboratorio, en plena Universidad. Rimsky-Korsakoff escribió sobre esta época:
«Me volví un frecuente visitante de Borodin; a menudo quedándome hasta la noche en su casa. Discutíamos sobre música a profundidad y él tocaba sus trabajos en curso y también me mostraba los compases de su sinfonía. Él estaba mejor informado que yo del trabajo práctico de la orquestación, dado que tocaba el chelo, el oboe y la flauta. Borodin era un hombre culto y cordial, era placentero y agudo conversar con él. Al visitarlo, a menudo lo encontraba en su laboratorio, adjunto a su departamento. Cuando ponía una retorta llena con algún líquido incoloro y lo destilaba por medio del fuego de un vaso a otro, yo acostumbraba a decirle que estaba haciendo ‘una transfusión de desolación en vacuidad’.»

Como ejemplos de sus trabajos como químico, algunos de ellos aplicados a la clínica, se puede decir que Borodin descubrió el aldol casi simultáneamente con Wurtz, estudió los aldehidos aromáticos, el uso del peróxido de hidrógeno (el agua oxigenada) como desinfectante e inventó un método para la detección de la urea en los análisis de orina. Llegó a publicar 42 artículos científicos. En 1861, asistió al primer congreso internacional de química, celebrado en Karlsruhe (Alemania) y fue uno de los fundadores de la Sociedad Rusa de Química en 1868.

Borodin resultó ser un profesor con enorme vocación docente, siempre atento a las consultas de sus alumnos. Raras veces mostraba impaciencia. Siempre antepuso la atención a los alumnos a todo lo demás, incluso a la investigación, aunque dedicaba a ésta muchas horas del día. Otro profesor de la Academia, decía de él lo siguiente:
«Trabajaba infatigablemente con los estudiantes todos los días. Durante este tiempo Borodin siempre mantenía una disposición solícita y de buen humor con sus alumnos y colegas, estaba siempre dispuesto a interrumpir cualquiera de sus trabajos sin impaciencia, sin irritación, para responder cualquier pregunta que le hiciesen. Cuando trabajaba en el laboratorio se sentía como si estuviera en su hogar. Lo que más adoraba era la música. Cuando trabajaba, casi siempre estaba canturreando alguna cosa y siempre estaba dispuesto a hablar con otras personas sobre las novedades musicales, las tendencias y sobre composición musical. Cuando estaba en su despacho, frecuentemente oíamos el sonido armonioso de su piano, que se expandía por todo el pasillo del laboratorio. El buen humor y la actitud de Borodin nos afectaba a todos. Cualquiera podía ir a contarle sus ideas, preguntas u opiniones; nunca trataba a nadie con arrogancia o desdén. Raramente alguien conseguía provocar alguna demostración de irritación en Borodin. La actitud sincera y calurosa de Borodin con los estudiantes no se restringía al laboratorio. Casi todos los que trabajábamos con él éramos aceptados en su familia como los amigos más íntimos. Se preocupaba personalmente del destino de cada estudiante que se graduaba en la Academia, destinando todos sus esfuerzos para ayudarlo. Siempre que te lo encontrabas en algún acto social no paraba de preguntar por todo el mundo o intentaba conseguir alguna cosa para alguien.»

Sin embargo, como parte de su labor docente, hay que destacar especialmente (y más por la época y en el lugar donde se produjo) su significativa participación en la creación de una Escuela de Medicina para mujeres. Borodin, en unión de Botkin (el primero en describir la hepatitis A), Sechenov, Roudineff y una aristócrata, Mme. Tarnosky, iniciaron la Escuela como Curso de Obstetricia que, en 1872, pasó a ser Escuela de Medicina, donde Borodin era, como es natural, el profesor de química. Dado que el Hospital Militar de San Petersburgo fue la primera sede de la Escuela, en algunas biografías de Borodin se dice que fundó una escuela médico militar de mujeres, aunque no fuera así. La Escuela soportó múltiples dificultades, sobre todo desde que accedió al trono el zar Alejandro III. Borodin consiguió que dejara de depender del Ministerio de Guerra y pasara al de Educación; pero no pudo impedir que, finalmente, fuese clausurada en 1885.

Fue, precisamente, gracias a su labor como profesor de química por lo que Borodin conocería a quien sería el mayor difusor de su obra en Europa, el compositor Franz Liszt (1811-1886). Ocurrió en 1877, en el transcurso de un viaje de Borodin a la localidad de Weimar, entre otras de Alemania, para visitar los laboratorios de distintos hospitales. Volvieron a encontrarse en 1881 y 1885, y se cuenta que, en una de esas ocasiones, se desarrolló el siguiente diálogo. «Yo soy un compositor de domingos, señor Lizt» -decía Borodin, refiriéndose a que sólo se dedicaba a componer en su tiempo libre- y el músico húngaro le contestó: «Pero el domingo siempre es un día festivo, señor Borodin».

Otro ejemplo de que sólo podía dedicar a la composición el tiempo en que no estaba trabajando en sus clases o en su laboratorio lo encontramos en el siguiente texto, que escribió una vez que tuvo que quedarse en casa enfermo de gripe:
«En el invierno yo no puedo componer, a menos de que esté enfermo y me vea obligado a abandonar mis clases. Así que, mis amigos, contrario a la costumbre, nunca me digan ‘trata de estar bien’ sino más bien ‘trata de enfermarte’. Cuando la cabeza me explota, cuando mis ojos están llenos de lágrimas y tengo que sacar el pañuelo a cada minuto, es entonces cuando compongo.»

Musicalmente, en principio, Borodin fue autodidacta. Sólo a partir de 1862 comenzó a recibir clases de Balákirev. Con él, Rimsky-Korsakoff, Mussorgsky, Cui y -por supuesto- Borodin, se formaría el llamado Grupo de los Cinco, cuyo objetivo era crear un arte musical nacional y que tanta fama le ha dado a la música rusa; aunque, ciertamente, también contó con la oposición de muchos… Ellos iniciaron la Academia de Música Libre, dedicada a la educación musical de cualquier persona, en oposición a la Academia de Música de San Petersburgo, entidad “oficial” fundada por Anton Rubinstein y sostenida por el gobierno imperial. Cuando el nacionalismo se extendió por toda Europa, los Poderosos Cinco, junto con artistas y músicos de todo Rusia, buscaron crear un arte y una música que fuera distintivamente rusa, alejándose de las influencias de Europa occidental.

La mayoría de los compositores en San Petersburgo no vivían de la música y siguiendo con esta tradición Borodin mantuvo su trabajo en la Academia Militar de San Petersburgo, incluso después de que comenzó a componer bastante música. Su primera sinfonía fue escrita durante los años 1862 a 1867, siendo estrenada en 1869. La segunda le ocupó desde 1869 a 1876, mientras que la tercera, iniciada en 1882, no quedó completa debido a su muerte. Borodin nunca tuvo tiempo para componer lo que quería. Junto a sus sinfonías escribió música para piano, obras cortas como En las Estepas del Asia Central que recuerda su tierra natal, y una ópera, El Príncipe Igor, que también estaba inconclusa al momento de su muerte. Serían Rimsky-Korsakov y uno de sus alumnos, Alexander Glazunov, quienes completarían la partitura. Y Glazunov también finalizó los dos movimientos que existían de una tercera sinfonía a partir de notas dejadas por Borodin.

El poema sinfónico «En las estepas del Asia central» (segundo video de la serie) es una pequeña obra maestra, escrita en 1880 y dedicada a Liszt que sirvió para acompañar una representación viviente en conmemoración de los veinticinco años de reinado del zar Alejandro II. Se estrenó en 1882 con extraordinario éxito y se puede afirmar, sin lugar a dudas, que cada una de sus notas pertenece enteramente a Borodin, quien describía en el programa de mano del estreno una caravana que atraviesa la estepa «bajo la supervisión del victorioso y terrible Ejército Ruso». Más tarde, la obra sería «desmilitarizada», si bien es cierto que su atmósfera no sugiere con demasiada vehemencia la idea de la guerra.
La forma del Poema Sinfónico En las Estepas de Asia Central es libre y se basa en la hábil combinación de tres temas o motivos: una nota pedal que evoca la línea del horizonte y dos melodías: la primera, extraída de una canción popular rusa y la segunda, tomada de un tema del folclore de Uzbekistán (melodía uzbeka o melodía oriental). En el silencio de las estepas arenosas del Asia Central suena el primer estribillo de una apacible canción rusa. Se pueden oír también los misteriosos y melancólicos sonidos de los cantos orientales, los pasos de los caballos y camellos que se acercan.

Según Gonzalo Castellón: «La reducida producción musical de Borodin alcanza su clímax en su ópera Knyas Igor (El príncipe Igor) y, particularmente, en las archifamosas danzas de los pólovtsy o Danzas Polovtzianas (tercer video de la serie). No existe un episodio de ancestro más nacionalista que esta imborrable mezcla de ritmos, sonidos y sensualidad, que tan pronto llama a la guerra como a la paz. Su desenvolvimiento es literalmente vertiginoso e involucra coro, orquesta y solistas por igual. Borodin amó particularmente esta ópera, que fue su particular legado y a la que dedicó largos veinte años.

El príncipe Igor es el equivalente ruso del Mio Cid o de la Chanson de Roland pues la anónima obra literaria -El canto del príncipe Igor- reúne las características básicas de la canción de gesta. El príncipe Igor es prisionero del Khan Konchack, jefe de la tribu de los Polovtsy, que ha reconocido su rango real. Al propio tiempo, su hijo -el príncipe Vladimir- se ha enamorado de Kontchakovna, hija del jefe tártaro. Sin embargo, cuando al campamento tártaro llegan las noticias de que Poltiole, su ciudad, ha sido saqueada, el Príncipe no duda y se escapa, abandonando a su hijo, quien, mientras tanto, ha decidido casarse con Kontchakovna. Entre grandes manifestaciones de regocijo del pueblo, el príncipe Igor entra en Poltiole y se reúne con su amada princesa Yaroslávna.

El príncipe Igor es, tal vez, la obra más nacionalista de las producidas por el Moguchaya Kuchka («El Gran Puñado», la forma en que el crítico Stasov llamó al «Grupo de los Cinco”). Si bien su lenguaje musical es dialéctico, Borodin mantiene una línea particularmente propia, de gran riqueza melódica. Para retratar las figuras orientales o tártaras, el compositor echa mano al tradicional recurso del cromatismo (intervalos basados en la escala cromática) que dotan a la melodía de un carácter lejano y enigmático.»

Dos años antes de morir, Borodin, se contagió de cólera, y quedó muy debilitado. En 1886 se le diagnosticó angina de pecho. El 27 de febrero de 1887, mientras se celebraba un baile de disfraces en la Academia de Medicina, del cual había sido uno de sus principales organizadores, sufrió un infarto de miocardio. Nada pudo hacerse por salvar su vida a pesar de los intensos esfuerzos de muchos médicos que se encontraban allí.

Borodin se encuentra enterrado en el cementerio Tijvin del monasterio Alexander Nevsky, en San Petersburgo, cerca de la tumba de otros grandes músicos y escritores rusos.
Sus estudiantes mujeres le dedicaron el párrafo siguiente en el monumento que se le erigió en su tumba:

«Al fundador, defensor y guardián de las clases de medicina para mujeres y al amigo de sus alumnos.»

Borodin tiene el menor producto musical con el más alto promedio de excelencia para cualquier compositor en la historia y fue un químico y un maestro extraordinario. Así, vivió y así murió: amado, respetado y contento. A los 53 años. Intensamente. Bailando.

BRINDIS POR UN NUEVO NACIMIENTO

martes, diciembre 24th, 2013

matrioshka DaCha
Poema para ir cerrando el año; un año complejo, bravo, que me tuvo en jaque y me puso a prueba más de una vez y sé que no soy la única que así lo vivió. Y también sé que, a pesar de todos los contratiempos, a pesar de los malos tragos, las caídas, las traiciones, las estafas, la mala leche ajena y los propios errores, hay que seguir apostando a lo que uno quiere, desea y ama. Nada sucede porque sí y estamos aquí para aprender.
Esta noche levanto mi taza por todos los caminos seguidos con amor y pasión. Les agradezco el haber estado allí, compartiendo conmigo, cada noche, mi alma de dacha y les deseo un feliz nacimiento a una nueva oportunidad, a una vuelta más alrededor del sol.

ROLL THE DICE (TIRA LOS DADOS)

Si vas a intentarlo,
ve hasta el final.
De lo contrario no empieces siquiera.
Tal vez, suponga perder novias,
esposas, familia, trabajos y, quizás, hasta la cabeza.
Ve hasta el final.
Tal vez, suponga no comer durante
tres o cuatro días,
tal vez, suponga helarte
en el banco de un parque.
Tal vez, suponga la cárcel,
la humillación,
el desdén,
el aislamiento.
El aislamiento es el regalo.
Todo lo demás sólo sirve para poner
a prueba tu resistencia,
tus auténticas ganas de hacerlo.
Y lo harás
a pesar del rechazo y
de las ínfimas probabilidades,
y será mejor que cualquier cosa
que pudieras imaginar.
Si vas a intentarlo,
ve hasta el final.
No existe una sensación igual.
Estarás sólo con los dioses
y las noches arderán en llamas.

Hazlo, hazlo, hazlo.
Hazlo.

Hasta el final.
Hasta el final.

Y llevarás las riendas de la vida
hasta la risa perfecta.
Es por lo único que vale
la pena luchar.

CHARLES BUCOWSKI

Foto: gentileza de La Pé (la matrioshka, también)

EL HORIZONTE COLOR TÉ

viernes, diciembre 20th, 2013

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A veces, en noches como ésta, me voy ahí. Más allá del Círculo Polar Ártico. Con mi taza de té. Y un poema de Vallejo. ¿Me acompañan? Feliz fin de semana, a todas las dachas del mundo.

TRILCE
Hay un lugar que yo me sé
en este mundo, nada menos,
adonde nunca llegaremos.

Donde, aun si nuestro pie
llegase a dar por un instante
será, en verdad, como no estarse.

Es ese un sitio que se ve
a cada rato en esta vida,
andando, andando de uno en fila.

Más acá de mí mismo y de
mi par de yemas, lo he entrevisto
siempre lejos de los destinos.

Ya podéis iros a pie
o a puro sentimiento en pelo,
que a él no arriban ni los sellos.

El horizonte color té
se muere por colonizarle
para su gran Cualquieraparte.

Mas el lugar que yo me sé,
en este mundo, nada menos,
hombreado va con los reversos.

-Cerrad aquella puerta que
está entreabierta en las entrañas
de ese espejo. -¿Ésta? -No; su hermana.

-No se puede cerrar. No se
puede llegar nunca a aquel sitio
do van en rama los pestillos.

Tal es el lugar que yo me sé.

TÉ PARA AHUYENTAR FANTASMAS

miércoles, diciembre 18th, 2013

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Tremendo día. Por el clima, en todo sentido. Pero en vez de hablar del calor, de la luz y de política, les regalo un poema de James Nicosia para leer antes de dormir y exorcizar algunos fantasmas. Hasta mañana.

TÉ TIBIO

Subo las colinas y montañas de mi corazón,
donde ecos de ánimas suenan.

En el camino busco la felicidad.
Felicidad, sólida como una piedra.

Ahora Mi felicidad está contigo, en este momento, aquí;
no hay poder en ayeres, mañanas, nada
-sus voces hablan al viento-.

Así que servime tu té;
esta noche, hacelo tibio.

Acercate,
y las viejas ánimas no me encontrarán en casa.

ARDE EL ASFALTO

lunes, diciembre 16th, 2013

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Qué día, amigos! Recién llego y lo único que anhelo es un reflexólogo chino y un té moruno helado!!!

Recetita para dos:
4 cucharaditas de Dunas del Magreb de DaCha Russkiĭ Sekret (Blends),
12 cucharaditas de azúcar,
550 cc de agua,
2 cubeteras de hielo –
Poner los cubitos en la licuadora y accionar hasta que no quede ningún trozo muy grande (reservar);
calentar el agua hasta el primer hervor y esperar hasta que alcance 80°C (5 minutos);
colocar el té y el azúcar en una tetera de medio litro y echar el agua caliente sobre él,
dejar reposar durante 3 minutos y servir en vasos, cargados previamente con hielo picado;
decorar con hojas de hierbabuena fresca.

BAÑO DE TÉ

sábado, diciembre 14th, 2013

sam toft tea for three
Terminando la tarde. Old lavender 1932 en la taza blanca, los niños jugando y yo, llenando la bañera como hace tiempo no hacía. Vuelo en mi mente a la Inglaterra de mis bisabuelos, viajo en cada sorbo. Y les dejo esta traducción y el original de un poema perfecto de Sir John Betjeman (1906-1984), en el que pone, en sus propias palabras, el recuerdo de un momento sagrado: una conversación de una pareja de ancianos que entraron a la pequeña tiendita de té de la ciudad de Bath, en la que él se encontraba, tomaron una mesa en un rincón y ordenaron una tetera de té y unos bollitos. Betjeman captó esa intimidad del amor en donde las identidades comienzan a fundirse. La obra que acompaña es de la, también inglesa, dibujante que adoro Sam Toft. Enjoy!

EN UNA TIENDA DE TÉ DE BATH
«No hablemos, por el amor que nos tenemos uno al otro.
Tomémonos las manos y miremos».
Ella, tan común y corriente mujercita;
él, tan enorme sinvergüenza;
pero ambos, por un momento, un poco menores que los ángeles
frente a la chimenea de la tienda de té.

IN A BATH TEASHOP
«Let us not speak, for the love we bear one another —
Let us hold hands and look.»
She, such a very ordinary little woman;
He, such a thumping crook;
But both, for a moment, little lower than the angels
In the teashop’s ingle-nook.

Nota: «un poco menor que los ángeles» – Hebreos 2:7 😉

DOS ARTISTAS. ¿LA MISMA MUJER? II

viernes, diciembre 13th, 2013

modigliani ajmatova

CARTA PENDIENTE PARA ANNA AJMATOVA

Vieja amiga,
cuánto samovar ha sonado entre tú y yo,
cuánta dinastía ha estallado en la larga estepa
por donde nos hemos arrastrado
para, ahora, descubrir
que no sólo erramos el mismo camino
sino que el fin de todos los caminos
tendía a ser el mismo,
con la misma bebida
y los mismos rebaños.
Los que asaltaron la ciudad,
creyendo decidir en buena hora
la herencia de la tierra,
luego volvieron a su sombra
buscando las migajas,
descifrando en una historia
—ya muy antigua—
que aquéllas no eran las señales, al menos todavía,
de esa estación que les dijeron,
sino una primavera inventada por un dios,
inventado a su vez por otros dioses;
que ellos también destruyeron lo soñado
porque no todo era odio de clases
sino también amor,
el inmenso amor de unos
por el sitio de otros.
Que en la mañana del juicio
fueron de nuevo sus espaldas
—aderezadas entonces para el júbilo—
las que soportaron el orgasmo,
porque ellos se quedaron por la puerta del fondo
esperando el hedor de las migajas
(ese acto donde el hombre siempre muere
y es el espectro de su hambre).
Pero tal vez no sea tan tarde, vieja amiga,
porque estamos tú y yo,
tratando de encontrarnos
cuando los colosos
se han aburrido de apedrearse
y necesitan de los labios,
como única manera
de cruzar el precipicio.
Estamos tú y yo, amiga,
tratando de que, por primera vez
en esta historia,
el asesino no regrese
al lugar del crimen,
borrando las huellas
para que, si vuelve,
al menos no recuerde el olor de la víctima

Alexis Castañeda Pérez de Alejo – 1999

GYOKURO Y KABUSE CHA

domingo, diciembre 8th, 2013

GYOKURO
GYOKURO (玉露)es uno de los tés más finos y caros de Japón. Su nombre significa “rocío de jade”. Está clasificado como un té verde Sencha, que crece a la sombra en lugar de a pleno sol pero, además, mientras que la mayoría de los Sencha vienen de la variedad Yabukita, Gyokuro está hecho con una especializada variedad de arbustos como Asahi, Okumidori, Yamakai y Saemidori.
JARDÍN GYOKURO
De acuerdo con su método de producción, las hojas de esta variedad se protegen del sol, mediante redes de caña o paja, al menos durante veinte días antes de ser cosechadas. Al limitar la cantidad de luz que llega a los nuevos brotes durante su crecimiento, se altera el proceso de fotosíntesis y la generación de catequinas a partir de aminoácidos (teanina) se suprime, lo cual reduce la astringencia y le confiere al té un rico y complejo sabor, similar a las algas nori.

KABUSE CHA
KABUSE CHA (冠茶,literalmente, té cubierto), tiene un sabor tan fino como Gyokuro y se cultiva a partir de mismo tipo de árbol de té que este último. La única diferencia entre ellos es que los arbustos de Kabusecha se cubren uno por uno por «kulemona”, que es una red negra especial, sólo una semana antes de la cosecha, dando como resultado una hoja más oscura y un licor de sabor más dulce, a umami, menos astringente, de gran cuerpo y final bien largo.
JARDÍN KABUSE CHA

RECOMENDACIONES DE PREPARACIÓN PARA NO MORIR EN EL INTENTO U ODIARLOS PARA SIEMPRE

Primera infusión: en frío

El té.
Echar una cucharada sopera llena de Gyokuro en una tetera de 350 ml de capacidad con una filtro. No se debe utilizar infusor.

El agua.
Utilizar agua filtrada a temperatura ambiente. Agregar lo suficiente para apenas cubrir las hojas, cerca de 60 ml.

Dejar reposar por 7 minutos.
Despejar la mente. Respirar. Abrir los sentidos. Sus paladares se lo agradecerán.

Filtrar.
Las hojas absorberán la mayor parte del agua. Al verter en los cuencos, permitir que la infusión gotee hasta obtener aproximadamente una cucharada de té del licor. (Si se obtiene más de una cucharada de té, es que se ha añadido demasiada agua.)

No se dejen engañar por la pequeña cantidad de té de la primera infusión. El color verde pálido da a este té su nombre de «rocío de jade». El aroma es una reminiscencia de un día cálido y húmedo en el mar. El té es viscoso y caldoso; de gran cuerpo. El sabor a umami es puro. La primera infusión es la única con este intenso sabor a umami, difícil de describir; tiene un profundo, rico y complejo sabor, casi dulce y terroso. Sólo hay una primera infusión. Cuídenlo. Compartan con sus amigos. No hay nada que se le parezca.

Las infusiones posteriores

El agua.
Usar agua caliente, a unos 50 a 70°C (La temperatura es la adecuada cuando se puede tocar la tetera con la mano, y dejarla allí sin quemarse –como con el mate-). Añadir alrededor de 180 ml de agua.

La infusión.
Ahora el té se prepara mucho más rápidamente. Este té puede dar de tres a cinco o más infusiones calientes.
Infundir 15 segundos para la primera y, luego, añadir unos segundos más para cada infusión posterior, dejando que sus paladares los guíen –a mayor cantidad de tiempo, mayor intensidad de sabor-.

Filtrar.
Estas infusiones producirán más té que la primera, en frío, ya que las hebras ya estarán hidratadas y no absorberán el agua. El color es un verde más oscuro, el sabor más herbal y mucho menos a umami, y el final es levemente astringente.

RECOMENDACIONES DE MARIDAJE
El mejor maridaje, a mi modo de sentir, es con temaki sushi. También va bien con botarga o canapés con caviar. En cuanto a cosas dulces, sólo maridarlo con pastelería suave.

bottarga-5

con bottarga

RELACIONES SUSTENTABLES VS. RELACIONES DESCARTABLES

jueves, diciembre 5th, 2013

Kintsugi collage bis
«Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.» B. Bloom(1)
El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi. El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza. Kintsukuroi es el término japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto.
Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos. ¡Cuán importante resulta el enmendar! Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes.
Aquí les dejo unos cuencos bellísimos para compartir el té y un abrazo.
Gabriela

(1) Barbara Bloom es una artista que se acerca a cuestionar y criticar la naturaleza de la mirada y la construcción de sentido, empleando una variedad de medios de comunicación que incluyen fotografía, libros, diseño gráfico e instalaciones cuidadosamente montadas. Las preguntas que se hace la han llevado a una fascinación por la ausencia, la presencia, y lo invisible -temas que aparecen a lo largo de su obra-. Bloom incorpora, a menudo, el apropiacionismo (de imágenes y objetos encontrados), y por esto, se la asocia con «The Pictures Generation».

En este post, y con la construcción de esta foto, quise hacer un homenaje al té, al kintsugi japonés y a ese Movimiento artístico, que utiliza para crear el producto de la Era de la saturación mediática, en donde todo pasa tan velozmente, todo se mira sin ver, todo es tan descartable.

AGUAS DE PRIMAVERA – CAPÍTULO 43 – LECTURA

martes, diciembre 3rd, 2013

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