EL ALMA EN NORUEGA, UNA VEZ MÁS
Tiene, la nostalgia, tantas notas, tanto aroma, tanta imagen… Como llegar a la casa, un día cualquiera, en la estación de las lluvias, y encontrar el sobre lleno de estampillas de tierras lejanas, con tu nombre manuscrito en esa letra que no te exige buscar remitentes, porque siempre la esperás. Encontrar palabras y flores y galletas horneadas para el Alma de noruega, y aspirar tan hondo como el pecho lo permita, porque esa es la única manera que tiene el amor puro de decirte que allí, del otro lado, también es casa. No aguantarse hasta preparar el té, el propio té, morder un pedacito… y maridar las especias junto con la felicidad y la sal de las lágrimas.
Como la primera vez, Noruega es caricia con pétalos de peonías de Nyveien.
Les dejo de regalo, para leer con el té de la noche, la traducción de esta poesía de uno de los más extraordinarios poetas noruegos:
“Es el sueño que guardamos en secreto
de que algo milagroso suceda,
que tiene que suceder
-que el tiempo se abra
que el corazón se abra
que las puertas se abran
que las montañas se abran
que broten manantiales-
que el sueño se abra,
que una mañana nos deslicemos hacia
algún pequeño puerto que no sabíamos que estaba allí.”
Olav Hauge. Es el sueño.
Hola, me ancantó tu sitio. Tengo una obsesión con el tema de fondo de la pagina, ¿De quien es la musica y como se llama?
Gracias!
Gracias a vos, Pablo.
La música que elegí para DaCha es una versión de una canción popular rusa, de Vasili Soloviov-Sedói, que se llamó, en principio Leningrádskie Vecherá (Noches de Leningrado), y más tarde, Podmoskóvnye Vecherá (Noches en el Oblast de Moscú).
Esta versión jazzeada, es del genial Jan Johansson, un pianista sueco extraordinario que murió trágicamente en 1968.