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Categoria: Té Literario ~ Anna Karenina | Fecha: junio 18th, 2013 | Publicado por Gabriela Carina Chromoy

ANNA KARENINA – CUARTA PARTE – RESUMEN Y ANÁLISIS

anna tapa libro
CUARTA PARTE
RESUMEN
Como vemos al inicio de esta parte del libro, los Karenin viven juntos en estado de tensión. Ellos son «completos extraños» y Anna sigue viendo Vronsky fuera de la casa. Karenin es consciente de esto y no hace nada. Una noche, cuando Anna apenas puede soportar su soledad, le pide a Vronsky que vaya a verla a las siete, mientras Karenin asiste a una reunión del consejo. Vronsky se retrasa y, literalmente, se encuentra con Karenin en la puerta. Karenin, que ya parece una calavera, pasa iracundo por su lado. Algo avergonzado, Vronsky acude a Anna, pero se da cuenta de que sus ataques de celos y el embarazo la hacen menos atractiva para él. Anna se mofa de su marido frente a Vronsky y le cuenta una pesadilla que tuvo, acerca de un viejo campesino sucio que murmuraba acerca de cómo «debemos batir el hierro, triturar, amasar.» Vronsky tenía la misma pesadilla poco antes de ir a ver a Anna y se aterroriza.
Mientras Vronsky está en su casa, Karenin va a la ópera como lo había planeado y se queda los dos primeros actos como la sociedad demanda. Pero no puede calmar su furia y se va a casa. A la mañana siguiente, confronta con Anna otra vez. Ante la implacable resolución de ella, le dice que él tiene la intención de iniciar los trámites de divorcio. Ella le ruega que le deje a Seryosha. Karenin va a ver a un famoso abogado de Petersburgo, especialista en divorcios y se entera de que tendrá que proporcionar evidencia física de la infidelidad de Anna. Decide considerar esto cuidadosamente. Al mismo tiempo, ante la resistencia con sus colegas en el trabajo, se va a las provincias en comisión de servicio.
En su camino hacia las provincias, Karenin para en Moscú por unas reuniones. Por casualidad se encuentra con Oblonsky y Dolly y, de mala gana, acepta una invitación a cenar. Oblonsky gusta de ofrecer cenas y se encarga de los preparativos con alegría, incluyendo las invitaciones a Kitty y Levin. Cuando pasa a recordarle la invitación a Karenin, éste le dice, sin rodeos, que piensa divorciarse de su hermana Anna. Oblonsky intenta disuadir a Karenin de tomar decisiones apresuradas y lo insta a ir a cenar y discutir el asunto con Dolly.
En la cena, los invitados se mezclan amablemente, gracias a las excelentes técnicas de hospitalidad de Oblonsky. Karenin, Sergei Ivanovich, y un hombre llamado Pestsov discuten de política, mientras Levin y Kitty disfrutan de un feliz reencuentro. Levin se maravilla porque Kitty parece completamente diferente, más frágil, y se abstraen de los otros, formando su propio pequeño enclave de conversación. Mientras esto sucede, Dolly intenta convercer a Karenin de no divorciarse de Anna, sin ningún éxito. Mientras tanto, Kitty y Levin juegan un juego de palabras en el que levin descubre que Kitty se casará con él si él se lo pide de nuevo. Durante dos noches no duerme y sus preocupaciones materiales acerca del mundo le parecen frívolas. Luego visita a los Shcherbatsky para pedir -y recibir- la mano de Kitty en matrimonio; pero se tortura porque Kitty no sabe dos cosas de él: que no es virgen y que no cree en Dios. En aras de revelarle todo acerca de sí, le da sus diarios. Aunque ella se horroriza, lo acepta de todos modos.
Después de la fiesta de Oblonsky, Karenin recibe un telegrama de Anna: « Me muero. Pido, suplico venga. Perdonada, moriré más tranquila». Él pesa los pros y los contras y, finalmente, decide volver a San Petersburgo esa noche. Allí, él corre al encuentro de Anna, muy enferma después de dar a luz a la hija de Vronsky. Los médicos afirman que puede morir. Vronsky se encuentra en una habitación exterior, llorando. Ver a Anna en ese estado de agitación impulsa a Karenin al perdón. Llorando abiertamente, él los perdona a ella y a Vronsky y eso le da paz y sociego. Anna pasa tres días entre el estado de coma y los dolores tremendos. Mientras sufre, Karenin avergüenza Vronsky diciéndole que no importa cuánto lo hayan humillado los dos, él no dejará Anna y le pide que se retire. Devastado por la nobleza de Karenin, Vronsky se va a su casa e intenta suicidarse, disparándose con un revólver. La bala no da en su corazón y se recupera con la ayuda de su cuñada.
Anna se recupera de su enfermedad lentamente. Karenin se convierte en el padre de ambos niños, especialmente la hija, también llamada Anna, por la que siente un cariño especial y cierta pena. Anna es acogida por los sentimientos altruistas de su marido, pero sigue sintiéndose sofocada, especialmente al oír la noticia de que a Vronsky se le ha ofrecido un puesto de prestigio militar en Tashkent. Oblonsky, percibiendo lo torturante de la situación, visita a Karenin y le anima a reiniciar el divorcio pero aceptando “hacer de culpable”, para que Anna no pierda autoridad moral. En un momento muy emotivo, Karenin accede. Al conocer esta noticia, Vronsky abandona inmediatamente sus deberes militares y corre a la casa de los Karenin. Pero aunque Anna está encantada de verlo y, a pesar de estar de acuerdo en irse a Italia con él, dice que todo le da igual, que lo único que le importa ahora es qué decisión tomará su esposo respecto de Sergei y que no va a aceptar la oferta de divorcio de Karenin.

CUARTA PARTE
ANÁLISIS
Si la Tercera Parte fue, quizás, lenta y cargada de temas económicos y sociales, Tolstoy compensa este lapsus con la Cuarta Parte. Las cosas empiezan a moverse vertiginosamente ahora. La relación entre Anna y Vronsky alcanza un clímax, Kitty y Levin se reúnen y descubren que tienen un futuro juntos y Karenin surge, en la trama, como un personaje poderoso.
Esta es la sección en la que Anna y Levin divergen. Ya no mantendrán ambos el estado de románticos frustrados; Levin comienza a florecer en una relación feliz y saludable. A lo largo de la novela, estos dos personajes actúan como «dobles» el uno del otro. Sólo Levin cuenta con los recursos de la pasión que Anna hace valer, pero los suyos no son destructivos por unas cuantas razones. Ciertamente, tiene más salidas para su pasión. Una de esas salidas es su tierra, como se muestra en la tercera parte. Pero también tiene una idea más grande de la humildad y el compromiso que se necesitan para que una relación crezca de manera sana y socialmente aceptable. Aunque Levin encuentra eventualmente la paz y la felicidad en la novela y Anna es consumida por su pasión, son dos caras de la misma moneda. Sus historias contienen una gran convergencia simultánea, aunque con resultados diferentes. La historia de Levin no es más que la historia de Anna, con un final moralmente aceptable.
El surgimiento de la dupla es subrayado por la asunción de Anna de la obsesión con la muerte de Levin. Esta es una parte del libro colmada de presagios, sueños e imágenes de muerte. Vronsky se topa con Karenin en la puerta de la casa de éste, como mirando a una calavera: «sin sangre, sin gestos, con los ojos apagados.» El sueño de Anna anuncia su muerte, el «hierro» del que habla el campesino es el hierro de las vías del tren, y el «triturar» del que está hablando es su cuerpo en los rieles. Finalmente, Anna y Vronsky rozan la muerte en esta parte: aunque se recuperan, estos roces con la muerte presagian su ruina más adelante en el libro.
Los críticos entran en conflicto sobre la emotiva escena del perdón de Karenin. Es, al menos, rara: las primeras cuatrocientas páginas del libro, ha demostrado ser un burócrata frío y calculador, lejos del mal pero también lejos del amor. Algunos críticos sostienen que toda la escena no es más que una caída de Tolstoy en el melodrama, mientras que otros creen que demuestra la autenticidad de la humildad de Karenin y su buen corazón. En todo caso, inspira la vergüenza y el temor en Anna (que se pasa los tres días siguientes retorciéndose en la cama, mucho más por su confusión mental que por su sufrimiento físico) y en Vronsky (quien, ante la grandeza de su rival, hace un cobarde intento de suicidio). También resulta ser la perdición de Karenin: en la sociedad se le considerará, de ahora en adelante, el hazmerreír cornudo, mientras que Vronsky recuperará algo de su honor en el intento de suicidio. Después de que Anna se marcha con Vronsky, sin siquiera darle a Karenin el cierre de un divorcio, él cae más bajo en la opinión pública.
Aunque Anna se va con Vronsky para Italia, nos queda la duda de una unión duradera. Vronsky es, claramente, demasiado egoísta para los grandes sacrificios que esta relación necesitará; Anna, como consecuencia de su ruina social, queda completamente a merced de Vronsky. Su contraparte obvia es Kitty y Levin, cuyo amor y compromiso lentos y crecientes son el modelo de una relación que puede llegar lejos. Aunque ambos aún tienen mucho que aprender, especialmente Levin, su humildad es admirable.
Una de las cosas que Levin tiene que cambiar es su visión de Kitty. Él la idolatra como un niño y la personificación de una perfección que no puede alcanzar y, para demostrar esto, le da a leer sus diarios. Como es de esperar, la reacción de horror de ella lo hace sentir aún más básico e indigno de su amor. Cuando Levin trate de aceptar a Dios, más adelante en el libro, su relación con Kitty se volverá mucho más fuerte y él dejará de verla como a una figura celestial.

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