OLD LAVENDER 1932
La infancia se recuerda en las tripas; en la “masmédula”. La casa natal, también.
La mía, tiene el sonido del piano de mi madre, cuyos hermosos dedos hacían brotar rondas y arrorrós para que yo bailara; el olor de la guitarra de mi padre, que yo sacaba en secreto de su funda de cuero; la Tristeza en Mi mayor, de Chopin, sonando en el tocadiscos del living, una y otra vez, un domingo a la mañana y el Vals de las flores, como broche de oro; el pasar de páginas de diario y la voz de Dude leyéndole una nota interesante a Zulema; los colores de las casitas de Julio Barragán y las arrugas del jardinero de Enrique Mónaco; la luz del sol, atravesando el ámbar de los vasos en los que tomábamos té; el sabor a queso crema y miel sobre las tostadas en la «cama grande», cada desayuno, mientras mirábamos Plaza Sésamo; el peso y la suavidad del quillango con que me abrigaban por las noches; la mano de Fernando, que a mí me ayudaba a dormir y a él, a desvelarse; la golosía por el bizcochuelo de mandarina de mi bobe, los sábados a la tarde y la espera de alguna fiesta que garantizara un schwarze leicaj y unos knishes de papa; las historias de niñez de ese hombre y esa mujer que nacieron en el verano de 1932, en el mismo barrio… pero se enamoraron muchos años y mucha vida después; el dulzor del bananero del patio de Soler, las flores blancas de las yucas y los jazmines, que un buen día, se comieron las hormigas; la cadencia de la voz de mi madre, contándome un cuento cada anochecer, mientras yo jugaba en la bañera; el aroma a Vieja Lavanda de papá, todas las mañanas del mundo!
Probá nuestro «OLD LAVENDER 1932», té de Ceylon, piel de mandarina tostada, pétalos de rosas y flores de lavanda, ideal para una tarde de té con tostadas y queso crema, scons dulces con manteca y dulce de naranjas o con una buena torta de miel.
Es Muy Ermoso !
Me gustan ciertos tés de más al oeste del Mar Negro, que alguna vez probé en una latita color gris claro que venía de Turquía…nunca lo volví a encontrar. También los Oolongs que compré en China como trenzas enrolladas las hebras. Me gustan los tés negros pero suaves o los llamados blancos. Recuerdo el especial aroma del Russian Caravan comprado en Paris, suelto, en gramos …lo que no sé exactamente qué subjetividad tiene en esos componentes los aromas, las calles, los recuerdos envueltos en ciertos climas de ciudades especiales. Por esto no puedo desaprensivamente decir me gusta ese té. Entiendes?. Te mando un saludo y un agradecimiento especial por el poema de Borges, por como escribes y con un pedido…aquí en «los aromas y las memorias del tiempo perdido» debería estar Proust.