kmf "kmf"

Posts etiquetados ‘Té’

NAVIDAD EN DACHA

domingo, diciembre 15th, 2013

No te pierdas nuestras ofertas para armar tus regalos con estos 10 blends, combinados como quieras.
1 lata $100 – 2 latas $180 – 3 latas $240 – 4 latas $280

navidad 2013 a COMPR
SWEET HEATHER – JAZMINES EN EL PELO – KAIFENG IMPERIAL – BAJO UN SERENO DAMASCO – TIERRA DE COLONOS – MAIA Y KOLYA – INVIERNO EN KIEV – OLD LAVENDER 1932 – VIAJE A SIPAN – MANDARÍN IMPERIAL

15 DE DIECIEMBRE ~ DÍA INTERNACIONAL DEL TÉ ~ PARA TOMAR CONCIENCIA

domingo, diciembre 15th, 2013

Tea garden
El 15 de diciembre de cada año, en los principales países productores de té, se celebra el Día Internacional del Té, con el fin de atraer la atención de los gobiernos y los ciudadanos sobre los problemas de la venta de té, la relación entre las ventas y la situación de los trabajadores en la producción de té, los pequeños productores y los consumidores.

La decisión de celebrar el Día Internacional del té el 15 de diciembre fue tomada tras un debate repetido en muchas organizaciones internacionales y en los sindicatos durante el Foro Social Mundial, celebrado en 2004 en Bombay (Mumbai, India) y en 2005 en Porto Alegre (Porte Alegre, Brasil). Se determinó celebrar el citado día en aquellos países en que el té es el punto principal de la economía y estos son la India, Sri Lanka, Bangladesh, Nepal, China, Vietnam, Indonesia, Kenya, Malasia , Uganda y Tanzania.

La política de comercio internacional de la Organización Mundial del Comercio, sugiere que los países productores abran sus fronteras al comercio. El Gobierno de la India también ha hecho cambios significativos en la política de comercio de bienes de consumo. Las marcas de los principales corredores de té y los minoristas están utilizando esta oportunidad para hacer frente a las medidas especiales de protección adoptadas por los gobiernos nacionales para proteger los intereses de la industria de la seguridad en la alimentación en sus países.

Los precios del té como bien de consumo (commodity) han ido disminuyendo constantemente en todos los países, mientras que la falta de claridad en la fijación de los precios del té ha ido aumentando. La industria del té tiene sobreproducción, un fenómeno provocado para transferir los ingresos a las marcas globales. Las marcas globales obtienen el té a precios muy bajos y lo venden a precios muy altos. La falta de transparencia en la fijación de precios se ve a lo largo de la cadena de valor del té. Hay desintegración y separación a nivel de plantación y consolidación a nivel de marca, y esto amerita una reestructuración a gran escala.

Las intervenciones de los estados y de las agencias internacionales para corregir los desequilibrios, están desapareciendo rápidamente. La concentración de poder en el nivel de ‘marcas’ y ‘supermercados’ ha resultado en la lenta desaparición de los mercados de té nacionales. Las marcas y supermercados enfrentan a un país contra otro y a una región contra otra. Como consecuencia de todos estos cambios, la vulnerabilidad de los trabajadores del té en todos los países está aumentando y éste también es el caso de los pequeños productores. Pensemos que sólo en la India más de dos millones de personas viven de las actividades relacionadas con la producción, el valor agregado y la comercialización de té.

Este es un problema mundial que requiere una respuesta global, una respuesta unitaria a través de sectores y fronteras. El Día Internacional del Té fue pensado para llamar la atención sobre la extrema vulnerabilidad a la que los trabajadores y pequeños productores del té se enfrentan en este momento y su aspiración colectiva para cambiar la situación.

Los objetivos del Día Internacional del Té:
a) Afirmar los derechos de los trabajadores de las plantaciones de té y de los pequeños productores en el marco del régimen de comercio global emergente.
b) Crear conciencia y capacidad de respuesta entre todos los órganos interesados​​: propietarios, gestión, gobierno, sindicatos y trabajadores, en relación con el comercio y las normas laborales.
c) Identificar las decisiones políticas necesarias a nivel nacional e internacional y abogar por la promulgación de leyes, sistemas institucionales y su aplicación.
d) Proponer mecanismos de regulación, incluidos sistemas de seguimiento transparentes, a ser creados en los distintos niveles.
e) Fortalecer la defensa futura y la campaña a nivel internacional.
f) Facilitar el consumo de té y el fomento del comercio de té.

BAÑO DE TÉ

sábado, diciembre 14th, 2013

sam toft tea for three
Terminando la tarde. Old lavender 1932 en la taza blanca, los niños jugando y yo, llenando la bañera como hace tiempo no hacía. Vuelo en mi mente a la Inglaterra de mis bisabuelos, viajo en cada sorbo. Y les dejo esta traducción y el original de un poema perfecto de Sir John Betjeman (1906-1984), en el que pone, en sus propias palabras, el recuerdo de un momento sagrado: una conversación de una pareja de ancianos que entraron a la pequeña tiendita de té de la ciudad de Bath, en la que él se encontraba, tomaron una mesa en un rincón y ordenaron una tetera de té y unos bollitos. Betjeman captó esa intimidad del amor en donde las identidades comienzan a fundirse. La obra que acompaña es de la, también inglesa, dibujante que adoro Sam Toft. Enjoy!

EN UNA TIENDA DE TÉ DE BATH
«No hablemos, por el amor que nos tenemos uno al otro.
Tomémonos las manos y miremos».
Ella, tan común y corriente mujercita;
él, tan enorme sinvergüenza;
pero ambos, por un momento, un poco menores que los ángeles
frente a la chimenea de la tienda de té.

IN A BATH TEASHOP
«Let us not speak, for the love we bear one another —
Let us hold hands and look.»
She, such a very ordinary little woman;
He, such a thumping crook;
But both, for a moment, little lower than the angels
In the teashop’s ingle-nook.

Nota: «un poco menor que los ángeles» – Hebreos 2:7 😉

DOS ARTISTAS. ¿LA MISMA MUJER? II

viernes, diciembre 13th, 2013

modigliani ajmatova

CARTA PENDIENTE PARA ANNA AJMATOVA

Vieja amiga,
cuánto samovar ha sonado entre tú y yo,
cuánta dinastía ha estallado en la larga estepa
por donde nos hemos arrastrado
para, ahora, descubrir
que no sólo erramos el mismo camino
sino que el fin de todos los caminos
tendía a ser el mismo,
con la misma bebida
y los mismos rebaños.
Los que asaltaron la ciudad,
creyendo decidir en buena hora
la herencia de la tierra,
luego volvieron a su sombra
buscando las migajas,
descifrando en una historia
—ya muy antigua—
que aquéllas no eran las señales, al menos todavía,
de esa estación que les dijeron,
sino una primavera inventada por un dios,
inventado a su vez por otros dioses;
que ellos también destruyeron lo soñado
porque no todo era odio de clases
sino también amor,
el inmenso amor de unos
por el sitio de otros.
Que en la mañana del juicio
fueron de nuevo sus espaldas
—aderezadas entonces para el júbilo—
las que soportaron el orgasmo,
porque ellos se quedaron por la puerta del fondo
esperando el hedor de las migajas
(ese acto donde el hombre siempre muere
y es el espectro de su hambre).
Pero tal vez no sea tan tarde, vieja amiga,
porque estamos tú y yo,
tratando de encontrarnos
cuando los colosos
se han aburrido de apedrearse
y necesitan de los labios,
como única manera
de cruzar el precipicio.
Estamos tú y yo, amiga,
tratando de que, por primera vez
en esta historia,
el asesino no regrese
al lugar del crimen,
borrando las huellas
para que, si vuelve,
al menos no recuerde el olor de la víctima

Alexis Castañeda Pérez de Alejo – 1999

GYOKURO Y KABUSE CHA

domingo, diciembre 8th, 2013

GYOKURO
GYOKURO (玉露)es uno de los tés más finos y caros de Japón. Su nombre significa “rocío de jade”. Está clasificado como un té verde Sencha, que crece a la sombra en lugar de a pleno sol pero, además, mientras que la mayoría de los Sencha vienen de la variedad Yabukita, Gyokuro está hecho con una especializada variedad de arbustos como Asahi, Okumidori, Yamakai y Saemidori.
JARDÍN GYOKURO
De acuerdo con su método de producción, las hojas de esta variedad se protegen del sol, mediante redes de caña o paja, al menos durante veinte días antes de ser cosechadas. Al limitar la cantidad de luz que llega a los nuevos brotes durante su crecimiento, se altera el proceso de fotosíntesis y la generación de catequinas a partir de aminoácidos (teanina) se suprime, lo cual reduce la astringencia y le confiere al té un rico y complejo sabor, similar a las algas nori.

KABUSE CHA
KABUSE CHA (冠茶,literalmente, té cubierto), tiene un sabor tan fino como Gyokuro y se cultiva a partir de mismo tipo de árbol de té que este último. La única diferencia entre ellos es que los arbustos de Kabusecha se cubren uno por uno por «kulemona”, que es una red negra especial, sólo una semana antes de la cosecha, dando como resultado una hoja más oscura y un licor de sabor más dulce, a umami, menos astringente, de gran cuerpo y final bien largo.
JARDÍN KABUSE CHA

RECOMENDACIONES DE PREPARACIÓN PARA NO MORIR EN EL INTENTO U ODIARLOS PARA SIEMPRE

Primera infusión: en frío

El té.
Echar una cucharada sopera llena de Gyokuro en una tetera de 350 ml de capacidad con una filtro. No se debe utilizar infusor.

El agua.
Utilizar agua filtrada a temperatura ambiente. Agregar lo suficiente para apenas cubrir las hojas, cerca de 60 ml.

Dejar reposar por 7 minutos.
Despejar la mente. Respirar. Abrir los sentidos. Sus paladares se lo agradecerán.

Filtrar.
Las hojas absorberán la mayor parte del agua. Al verter en los cuencos, permitir que la infusión gotee hasta obtener aproximadamente una cucharada de té del licor. (Si se obtiene más de una cucharada de té, es que se ha añadido demasiada agua.)

No se dejen engañar por la pequeña cantidad de té de la primera infusión. El color verde pálido da a este té su nombre de «rocío de jade». El aroma es una reminiscencia de un día cálido y húmedo en el mar. El té es viscoso y caldoso; de gran cuerpo. El sabor a umami es puro. La primera infusión es la única con este intenso sabor a umami, difícil de describir; tiene un profundo, rico y complejo sabor, casi dulce y terroso. Sólo hay una primera infusión. Cuídenlo. Compartan con sus amigos. No hay nada que se le parezca.

Las infusiones posteriores

El agua.
Usar agua caliente, a unos 50 a 70°C (La temperatura es la adecuada cuando se puede tocar la tetera con la mano, y dejarla allí sin quemarse –como con el mate-). Añadir alrededor de 180 ml de agua.

La infusión.
Ahora el té se prepara mucho más rápidamente. Este té puede dar de tres a cinco o más infusiones calientes.
Infundir 15 segundos para la primera y, luego, añadir unos segundos más para cada infusión posterior, dejando que sus paladares los guíen –a mayor cantidad de tiempo, mayor intensidad de sabor-.

Filtrar.
Estas infusiones producirán más té que la primera, en frío, ya que las hebras ya estarán hidratadas y no absorberán el agua. El color es un verde más oscuro, el sabor más herbal y mucho menos a umami, y el final es levemente astringente.

RECOMENDACIONES DE MARIDAJE
El mejor maridaje, a mi modo de sentir, es con temaki sushi. También va bien con botarga o canapés con caviar. En cuanto a cosas dulces, sólo maridarlo con pastelería suave.

bottarga-5

con bottarga

RELACIONES SUSTENTABLES VS. RELACIONES DESCARTABLES

jueves, diciembre 5th, 2013

Kintsugi collage bis
«Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.» B. Bloom(1)
El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi. El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza. Kintsukuroi es el término japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto.
Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos. ¡Cuán importante resulta el enmendar! Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes.
Aquí les dejo unos cuencos bellísimos para compartir el té y un abrazo.
Gabriela

(1) Barbara Bloom es una artista que se acerca a cuestionar y criticar la naturaleza de la mirada y la construcción de sentido, empleando una variedad de medios de comunicación que incluyen fotografía, libros, diseño gráfico e instalaciones cuidadosamente montadas. Las preguntas que se hace la han llevado a una fascinación por la ausencia, la presencia, y lo invisible -temas que aparecen a lo largo de su obra-. Bloom incorpora, a menudo, el apropiacionismo (de imágenes y objetos encontrados), y por esto, se la asocia con «The Pictures Generation».

En este post, y con la construcción de esta foto, quise hacer un homenaje al té, al kintsugi japonés y a ese Movimiento artístico, que utiliza para crear el producto de la Era de la saturación mediática, en donde todo pasa tan velozmente, todo se mira sin ver, todo es tan descartable.

AGUAS DE PRIMAVERA – CAPÍTULO 43 – LECTURA

martes, diciembre 3rd, 2013

TÉ LITERARIO – AGUAS DE PRIMAVERA – ÚLTIMO CHAEPÍTIE DEL AÑO

domingo, diciembre 1st, 2013

998108_10152019608273901_488482457_n
Quiero agradecer con todo mi corazón a todos los amigos que ayer compartieron con nosotros el último chaepítie del año, muchos de los cuales hicieron gran esfuerzo para poder estar, corriendo después de exámenes, viajando desde lejos, moviendo sus doloridos cuerpos o almas, ubicando hijos, maridos, esposas. Comimos rico, bebimos rico, leímos juntos, debatimos, nos reímos y nos emocionamos con el final de estas «Aguas de primavera» tan movilizadoras. Gracias gigante a La Biblioteca Café y su gente, que estuvieron impecables, al Prof. Mauricio Stelkic que nos cuenta la Historia de la historia con seriedad y humor, a Martín Weiskind -mi compañero incondicional- que me banca todas las chinches y desencantos que, a veces, este proyecto también trae, a Larisa Segovia que es la asistente perfecta, a Colectivo Felix que con toda celeridad deshidrató los duraznos para Coup de foudre, a Laban Catering Personalizado y Marta´s Cakes que cocinaron deliciosamente para que todo estuviera perfecto, a Rica Comida Rusa Por Pedido que siempre está presente, a Trippelheim Hidromiel Artesanal que llenó nuestro botellón de cristal para brindar por la vida y el inicio de un año mejor, a La Pé Patisserie que cocinó kilos de matrioshkas, glaseadas y pintadas, una por una, para poner en los arbolitos, a Gustavo García Melieni que con todo su amor y amistad tomó decenas de fotos y sostuvo, con su mirada, mi cadera rotita y a Iván Turguéniev que, con su obra, me inspiró a crear un hijo más de esta DaCha, del que estoy orgullosa. Hasta que tengamos las imágenes del evento, le robo algunas a Miru Pozzo (Miru qué suerte que subís las fotos «on the spot»!). Hasta el próximo Té Literario. Los quiero mucho. Gabriela
1397218_772323322793093_805224074_o

AGUAS DE PRIMAVERA – IVÁN TURGUÉNIEV – CAPÍTULOS 42 Y 43

domingo, diciembre 1st, 2013

1488179_10152019542523901_623808505_n
Bonjour!!! Domingo de madrugada, ya repuesta de la maratón de ayer, les dejo los dos últimos capítulos de Aguas de primavera para maridar con el «Coup de foudre» del desayuno. Parece que será un domingo lleno de sol. Disfrútense, que la vida es muy cortita

AGUAS DE PRIMAVERA – IVÁN TURGUÉNIEV – CAPÍTULO 42

Todo esto fue lo que se le vino a la memoria a Dmitri Sanin cuando, en el silencio del gabinete, revolviendo entre sus papeles antiguos, tropezó con la crucecita de granates. Los acontecimientos que acabamos de referir desfilaron con claridad ante los ojos de su alma… Pero al llegar al momento en que había dirigido a la señora Pólozov aquella humillante súplica, en que había comenzado su esclavitud, en que se había puesto a los pies de aquella mujer, ahuyentó las imágenes evocadas y ya no quiso recordar más. Y no es que le fuese infiel la memoria, no; sabía bien, harto bien, lo que siguió a aquella hora fatal; pero la vergüenza lo ahogaba, aun ahora, al cabo de tantos años; le daba horror el invencible desprecio que sentía por sí mismo, le parecía que esa sensación acabaría por apoderarse de todo él, anegando sin remedio, como una ola, todos los demás sentimientos si no lograba acallar su memoria. Pero por grande que fuera su empeño en luchar contra los recuerdos que ante él se alzaban, no podía ahogarlos por completo. Se acordaba de aquella lastimosa y miserable carta, llena de mentiras y de lágrimas viles, que había escrito a Gemma y que no tuvo ninguna respuesta… En cuanto a presentarse delante de ella, volver a su lado después de tal engaño, después de semejante traición, ¡no, eso no!, todo lo que aún quedaba en él de conciencia y de honradez se había opuesto a ello. Y luego, ¿no había perdido toda confianza en sí mismo, toda estima de su persona? ¿Cómo se atrevería, en lo sucesivo, a dar su palabra de honor?

Se acordaba también Sanin, ¡oh, vergüenza!, de cómo había enviado a uno de los lacayos de Pólozov a Francfort en busca de su equipaje; cómo, en su cobarde inquietud, sólo pensaba en una cosa, en partir cuanto antes, en marchar a París; cómo, por orden de María Nikoláevna, se había esforzado en granjearse el afecto de Hipólito Sídorovich, y se había hecho amigo de Dönhof, en cuyo dedo había visto un anillo de hierro ¡completamente igual al que le dio a él la señora Pólozov!

Después vinieron los recuerdos más dolorosos, más humillantes aún… Un criado le trae una tarjeta de visita que dice: “Pantaleone Cippatola, cantante de cámara de Su Alteza Real el duque de Módena”. Se niega a recibir al viejo, pero no puede evitar encontrarlo en el corredor; ve aparecer ante sus ojos aquella cabeza iracunda, cuya melena gris se riza flamígera, cuyos ojos rodeados de arrugas brillan como ascuas encendidas; oye rezongar exclamaciones amenazadoras, imprecaciones de “Maledizione!”, terribles insultos: “Cobardo! Infame traditore!”
Sanin cierra los ojos y mueve la cabeza para intentar otra vez ahuyentar sus recuerdos, pero en vano: vuelve a verse sentado en la estrecha banqueta delantera de una magnífica silla de postas, mientras que María Nikoláevna e Hipólito Sídorovich se arrellanan en la mullida testera… y cuatro caballos, trotando con paso igual por el empedrado de Wiesbaden, los conducen a París. ¡París! Hipólito Sídorovich se come una pera que Sanin le ha mondado, y María Nikoláevna, al mirar a aquel hombre convertido en una cosa suya, sonríe con esa sonrisa que ya conoce él, sonrisa de amo y señor…

Pero, ¡santo Dios! ¿Qué ve allá lejos, en la esquina de una calle, poco antes de salir de la ciudad? ¿No es Pantaleone? Alguien lo acompaña: ¿será Emilio? Sí, es él: su amiguito devoto y entusiasta. Pocos días atrás, ese corazón juvenil lo veneraba como a un héroe, como a un ideal, y ahora el desprecio y el odio encienden ese noble rostro, pálido y bello, tan bello que hasta María Nikoláevna se ha fijado en él y se asoma por la ventanilla de la portezuela. Sus ojos, tan parecidos a los de “ella”, a los ojos de su hermana, están fijos en Sanin, y sus labios comprimidos se separan de pronto para proferir una injuria…

Y Pantaleone extiende el brazo y le señala a Sanin ¿a quién?, a Tartaglia, que está a su lado. Y Tartaglia le ladra a Sanin, y hasta el ladrido del honrado perro resuena en sus oídos como un intolerable insulto… ¡Horrible pesadilla!

Luego, la vida en París, y todos los rebajamientos, todos los oprobiosos suplicios del esclavo a quien ni siquiera se le permite estar celoso ni quejarse, ¡y al que por fin se arroja como un vestido viejo…!

Después, el regreso a la patria, una existencia envenenada y vacía, mezquinos cuidados y agitaciones, un arrepentimiento amargo y estéril, un olvido no menos estéril ni menos amargo; un castigo vago, pero incesante y eterno, análogo a un sufrimiento poco agudo, pero incurable, a una deuda que se paga ochavo a ochavo sin poder cancelarla nunca.

El cáliz estaba lleno hasta los bordes… ¡Basta!

¿Por qué casualidad conservaba Sanin la crucecita que Gemma le había dado? ¿Por qué no la había devuelto? ¿Cómo hasta ese día no la había visto nunca? Largo tiempo estuvo absorto en sus pensamientos, y aunque instruido por la experiencia, después de tantos años, no pudo llegar a comprender cómo había podido abandonar a Gemma, querida tan tierna y apasionadamente, por una mujer a quien no amaba ni mucho ni poco, sino nada…

Al día siguiente produjo enorme asombro en sus amigos y conocidos al anunciarles que salía para el extranjero sin indicar a dónde. En Petersburgo cundió el estupor. Sanin abandonaba la ciudad en pleno invierno, en el momento en que acababa de alquilar y amueblar un espléndido apartamento y hasta había adquirido un abono para la Ópera Italiana, en la que cantaba la señora Patti, la misma, la mismísima Patti, ¡ese ideal, esa última palabra de la tabaquera de música! Sus amigos y conocidos estaban perplejos; pero la gente, por lo general, no se ocupa, largo tiempo, de los asuntos ajenos, y cuando Sanin salió para el extranjero, la única persona que lo acompañó a la estación del ferrocarril fue su sastre francés, y eso porque esperaba cobrar el resto de una cuenta “pour un saute-en-barque en velours noir, tout à fair chic” (3).
(3) En francés: Por un abrigo de viaje de terciopelo negro, elegantísimo.

AGUAS DE PRIMAVERA – IVÁN TURGUÉNIEV – CAPÍTULO 43

Sanin dijo a sus amigos que salía para el extranjero, pero no a dónde.

No costará trabajo a los lectores adivinar que se fue directamente a Francfort. Gracias a los ferrocarriles que surcan toda Europa, llegó a los tres días de haber salido de Petersburgo.

Era su primera visita a Francfort desde 1840. La fonda El Cisne Blanco no había cambiado de sitio y continuaba prosperando, aunque no fuese ya de las primeras; la Zeile, la avenida principal de Francfort, había sufrido pocos cambios, pero ya no quedaban vestigios de la casa Roselli, ni aun de la calle donde estuvo la confitería. Sanin anduvo errante como un loco por aquellos lugares, con los cuales tan familiarizado estuvo antaño, sin conseguir orientarse: las antiguas construcciones habían desaparecido, las reemplazaban nuevas calles de apretadas hileras de grandes casas y elegantes palacetes; y en el mismo jardín público donde había tenido su entrevista decisiva con Gemma, habían crecido tanto los árboles, y se había transformado todo hasta tal punto, que Sanin se preguntaba si aquel jardín era, en efecto, el mismo.

¿Qué hacer? ¿Qué curso seguir en sus indagaciones? Habían transcurrido desde entonces treinta años… ¡Y cuántas dificultades! Ni uno solo de aquellos a quienes se dirigió había oído siquiera pronunciar el nombre de Roselli. El dueño de la fonda le aconsejó que fuese a informarse a la biblioteca pública, donde podría encontrar todos los periódicos antiguos. Pero le costó sumo trabajo explicarle de qué podrían servirle esos periódicos viejos.

A la desesperada, preguntó Sanin por Herr Klüber. Nuevo desengaño, por más que el dueño de la fonda conocía mucho este apellido. El elegante tendero había prosperado al principio, elevándose a la alcurnia de capitalista; después, los negocios le fueron mal y concluyó por declararse en quiebra, y murió en la cárcel… Por supuesto, esa noticia no causó ninguna pena a Sanin.

Comenzaba a convencerse de que había emprendido muy apresuradamente el viaje, cuando un día, recorriendo el Anuario de direcciones, se topó con el apellido de von Dönhof, mayor retirado (Major v. D.). Enseguida tomó un coche para dirigirse a la casa indicada. Nada le probaba que “ese” Dönhof fuera “aquel” a quien había conocido, y, por otra parte, aun suponiendo que fuese el mismo, ¿cómo podría darle noticias de la familia Roselli? No importa: un hombre que se ahoga, se agarra del menor tallo de hierba.

Sanin encontró en su casa al comandante von Dönhof, y reconoció a su antiguo adversario en este hombre de cabellos grises que lo recibió. También éste lo reconoció y hasta se puso contentísimo de volver a verlo, pues le recordaba su juventud y sus calaveradas de antaño. Hizo saber a Sanin que hacía mucho tiempo que la familia Roselli había emigrado a América y se había establecido en Nueva York; que Gemma se había casado con un negociante; que, él, Dönhof, tenía un amigo, también del comercio, y que probablemente sabría las señas del marido de Gemma, porque tenía muchos negocios con América. Sanin suplicó a Dönhof que fuese a ver a ese caballero, y, ¡oh, dicha!, Dönhof le trajo la dirección: “M. J. Slocum, New York, Broadway, No. 501”. Sólo que esas señas eran del año 1863.

—¡Esperemos —exclamó Dönhof— que nuestra antigua hermosura francfortesa viva aún, y no haya abandonado Nueva York! A propósito, —añadió, bajando la voz— ¿vive todavía aquella dama rusa, recuerda usted, que estaba en Wiesbaden por aquel entonces, la señora Bo… von Bólozov.

—No, —respondió Sanin— hace mucho que murió.

Dönhof levantó los ojos; pero al ver que Sanin había vuelto la cara con aire sombrío, se retiró sin añadir una palabra.

Aquel mismo día Sanin escribió a la señora Gemma Slocum, en Nueva York. Le dijo en su carta que le escribía desde Francfort, donde había ido exclusivamente para buscar sus huellas; que sabía muy bien hasta qué punto había perdido el derecho a pedir alguna respuesta; que por nada era merecedor de su perdón, y que sólo tenía una esperanza, y era que en medio de la ventura de que ella gozaba, hubiese perdido desde largo tiempo hasta el recuerdo de su existencia. Añadió que, sin embargo, se había atrevido a escribir a consecuencia de una circunstancia fortuita que despertó en él, vivamente, la memoria del pasado; le habló de su vida solitaria, sin familia, sin goces; le suplicó que comprendiese los motivos que lo impelían a dirigirse a ella, que no le dejase llevar a la tumba la amarga conciencia de una culpa expiada desde mucho tiempo atrás, pero no perdonada aún, y que se dignase dirigirle cuatro letras para decirle cuál era su vida en ese nuevo mundo donde se había establecido.

“Escribiendo esas cuatro letras”, terminaba Sanin, “hará usted una buena obra, digna de su hermosa alma, y le daré las gracias por ello hasta mi último suspiro. Permaneceré aquí, en la fonda «El Cisne Blanco»”, subrayó estas tres palabras, “esperando con ansiedad su respuesta hasta la primavera próxima”.

Mandó la carta y se dispuso a esperar. Vivió seis semanas enteras en el hotel sin salir casi de su habitación, y sin ver a nadie. Nadie podía escribirle de Rusia ni de ninguna parte. Y eso le agradaba. Cuando llegase alguna carta a su nombre, él sabría de antemano que era “esa” la que esperaba. Leía de la mañana a la noche, no revistas, sino libros viejos, ensayos históricos. Esas prolongadas lecturas, ese silencio, esa vida claustral de caracol, encajaba muy bien con la disposición de su ánimo: ¡esto era ya suficiente para que Gemma mereciera su gratitud! ¿Pero vivía aún? ¿Le contestaría?

Por fin recibió una carta con sello de Norteamérica, una carta de Nueva York. El carácter de la letra del sobre era inglés… No lo reconoció, y se le oprimió el pecho. Vaciló antes de abrirla, y luego buscó ante todo la firma: “¡Gemma!” Brotaron lágrimas de sus ojos. Ese nombre bautismal solo, sin apellido de familia, era para él una prenda de perdón y de reconciliación. Desdobló el pliego de papel, fino y azulado… y cayó una fotografía. La recogió enseguida y se quedó estupefacto. ¡Gemma, la misma Gemma, joven, tal como la había conocido treinta años antes! ¡Los mismos ojos, los mismos labios, el mismo tipo de cara! En el dorso del retrato leyó: “mi hija Mariana”.

Toda la carta era muy sencilla y muy bondadosa. Gemma daba las gracias a Sanin por no haber dudado en dirigirse a ella, por haber tenido confianza; no le ocultaba que, en efecto, después de aquella brusca ruptura, había pasado momentos muy penosos; pero añadía que, a pesar de todo, consideraba y había considerado siempre su encuentro con él como una cosa feliz, pues era lo que le había impedido casarse con Herr Klüber; y, por consiguiente, aunque de una manera indirecta, aquel encuentro había sido causa de su enlace con su marido actual, de quien era, desde hacía veintisiete años, compañera perfectamente dichosa. Su casa era rica y muy conocida en toda Nueva York. Gemma agregaba que tenía cuatro hijos varones y una hija de dieciocho años, prometida ya, cuyo retrato le enviaba, puesto que, según opinión general, se parecía mucho a su madre. Gemma había reservado para el final de su carta las noticias aflictivas. Frau Lenore había muerto en Nueva York, adonde había ido con su hija y su yerno; pero antes de morir tuvo tiempo de gozar de la felicidad de sus hijos y las caricias de sus nietos. También Pantaleone había querido partir para América, pero murió antes de poder salir de Francfort. “Y Emilio, nuestro querido, nuestro incomparable Emilio, cayó gloriosamente en Sicilia por la independencia de la patria. Formaba parte de los «mil» que mandaba el gran Garibaldi. Hemos llorado amargamente la muerte de nuestro adorable hermano; pero, al llorarlo, estábamos orgullosos de él, y siempre lo estaremos de conservar su memoria, sagrada para nosotros. ¡Su alma noble y generosa era digna de la corona del martirio!” Después, expresaba Gemma su pesar porque la vida de Sanin, por lo que él decía, fuese tan triste; le deseaba ante todo el sosiego y la paz del alma, y le decía que hubiera tenido sumo gusto en verlo, aunque confesaba que semejante entrevista tenía pocas probabilidades de realización…

No describiremos los sentimientos que la lectura de esta carta despertó en Sanin. Ninguna expresión sería capaz de transmitir exactamente esos sentimientos profundos y poderosos; pero demasiado imprecisos para poder expreasarse con palabras: sólo la música podría traducirlos.

Sanin respondió en el acto y envió a Mariana Slocum, como regalo para la joven desposada, de parte de un amigo desconocido, la crucecita de granates pendiente de un collar de perlas. Este regalo, aunque muy valioso, no lo arruinó. Durante los treinta años transcurridos desde su primera estancia en Francfort, había reunido una bonita fortuna.

Regresó a Petersburgo en los primeros días de mayo, sin duda, no por mucho tiempo. Se dice que vende todas sus propiedades y se dispone a partir para América.

FIN

HOY, GRAN TÉ LITERARIO, HOY, OY, OY, OY!

sábado, noviembre 30th, 2013

Preparando todo, todito para nuestro Té Literario. A los amigos dacheros que van, los espero 15 minutos antes de que el reloj marque las 4 de la tarde (que en punto, empezamos), en La Biblioteca -Marcelo T. de Alvear 1155-. Tenemos tanto por compartir, que espero no tener que brindar en la Plaza Libertad!
flyer turgueniev jpg con logo

Tea blends, blends artesanales, blends de té en hebras, té de alta gama, té premium, té ruso, té de samovar, tea shop, té gourmet, latex free tea blends, mezclas de té en hebras libres de látex, té orgánico.

Buenos Aires - Argentina | Tel. 15-6734-2781 - Llámenos gratuitamente | sekret@dachablends.com.ar