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Categoria: Té Literario ~ Mary Barton | Fecha: agosto 6th, 2014 | Publicado por Gabriela Carina Chromoy

TÉ LITERARIO – MARY BARTON – ELIZABETH GASKELL

MARY BARTON PORTADA

ÚLTIMO TÉ LITERARIO DEL 2014 – Buenas tardes, dachas queridas. Nos debía un té inglés. Con la historia de Invierno en Kiev, ustedes supieron del paso de mis ancestros por Inglaterra, en su migrar errante que culminó en Argentina (por lo menos hasta esta rama del árbol que soy yo). Mi bisabuela vivió en Londres desde 1890 hasta 1908, en la Historia esto es la última parte de la Segunda Revolución Industrial y también el final de la Era Victoriana, con todo lo que esto implica, bueno y malo. Y entonces, haciendo honor a lo que de ella fue transmitido a través de las generaciones, sobre todo, a través de las mujeres de la familia, elegí para contarles el «té inglés» esta historia, que comenzaré a dejar aquí, a partir del viernes 8 de Agosto.

Quiero que entiendan la elección que hice, desde la cuestión de género y desde mi necesidad de reivindicar una bebida que el imaginario popular tacha de burguesa y aristocrática. Elizabeth Gaskell fue una de las mejores y más críticas escritoras «feministas» de la Inglaterra del Siglo XIX que, proveniendo de la clase media, se atrevió a mostrar la desgracia de la clase trabajadora y de la mujer de la Era Victoriana.
Quiero mostrarles que el té inglés no es, solamente, el Té de la tarde de puntillas y sombreros; que hubo un té inglés más lavado, bebido con algo de azúcar, y preparado con agua hervida como única forma de obtener una bebida no contaminada que no fuera cerveza, acompañado, con suerte, con los únicos bocados del día, antes de irse a dormir, y que era (y, en algunos lugares, todavía es) el té de la clase obrera.

ELIZABETH GLEGHORN STEVENSON (Gaskell de casada) nació en Londres en 1810, hija de un pastor de la Iglesia unitaria inglesa, además de funcionario y periodista. Al fallecer su madre, fue educada por una tía en el pueblecito de Knutsford. En 1832 contrajo matrimonio con William Gaskell, ministro unitario, y la pareja se estableció en Manchester, en aquellos momentos una ciudad superpoblada y socialmente conflictiva, sometida a las secuelas de la Revolución Industrial. El choque que supuso el contacto con esta sociedad quedaría reflejado en varias de sus novelas, especialmente en la primera, Mary Barton (1848), que inmediatamente alcanzó un gran éxito, y Norte y Sur (1855).

Para cerrar el invierno, les propongo preparar sus teteras para hacer un viaje en el tiempo e ir leyendo, juntos, cada uno en su dacha, esta maravillosa pieza, analizando los temas que ustedes vayan planteando como más interesantes, una vez concluída. Todos los viernes publicaré un archivo, en esta página, y coronaremos el ciclo con un chaepítie (o, en este caso, un High Tea), lectura y debate, tal como hicimos con Tolstoy-Anna Karenina, Turguéniev-Aguas de Primavera y Buck-Peonía. Los espero.

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Categoria: Arte con T, Chaepítie - чаепитие - "Tetear" ;-), Historia | Fecha: julio 16th, 2014 | Publicado por Gabriela Carina Chromoy

El Protocolo del Té: un tapón de estancamiento sobre el progreso de las mujeres.

Un Mundo Femenino: Cómo el Té de la Tarde Definió y Anuló  a las Mujeres de Clase Media de la Era Victoriana. (de Mary E. Hith – Traducción: Gabriela Carina Chromoy)

«La etiqueta era esa regla de conducta que fue reconocida por la sociedad bien educada, y a la que todos los que deseaban ser admitidos en los círculos de moda tuvieron que someterse.» [1]
Las mujeres inglesas de la era victoriana, como sugiere  este consejo  de 1856 del  Manual de Etiqueta para Damas, debían » prestar especial atención a las normas de etiqueta. Su posición en la sociedad así lo exigía»[2]. Esto era la vida para las mujeres de clase media de la Inglaterra victoriana. La Corrección lo era todo, y nada era más adecuado que una taza de té inglés. Con la ayuda de libros de etiqueta, las mujeres manejaban el hogar a través de rituales como las reuniones de té (tea parties), los días de visita, y la charla de té (tea conversation). Sin embargo, mientras que el ritual del té ayudó a definir y reforzar las expectativas sociales de la mujer de clase media y sus obligaciones domésticas, la costumbre del té también detuvo su progreso.

El té no fue dominio elegido de la mujer; en realidad, su adopción del ritual del té fue el resultado de la subordinación femenina al mundo masculino. El café y el té, como bebidas sociales, se introdujeron en el Reino Unido aproximadamente al mismo tiempo. La primera casa de café se estableció en Oxford en 1654.[3]  Tan sólo diez años después, Catalina de Braganza, la esposa portuguesa del rey Carlos II, presentó nuevamente ante la Corte, al té, que se utilizaba medicinalmente, como una bebida placentera.[4]  Las mujeres, legalmente excluidas de las casas de café, copiaron a la sociedad cortesana, y el té nació como una bebida femenina.[5] Aunque la cultura del té se iría desarrollando durante los siguientes 200 años, la «reunión de té» protocolar nació de las necesidades específicas de la sociedad victoriana.

Llamado así por el reinado de la reina Victoria, la Era Victoriana duró desde 1837 hasta 1901.[6]  La Segunda Revolución Industrial o la Revolución Tecnológica, trajo un cambio rápido a Inglaterra en la segunda mitad del S. XIX.[7] La introducción de fábricas modernas fue el mayor cambio, y dio por resultado un crecimiento de las ciudades y lugares de trabajo cada vez más caótico.[8]  La industrialización, con su creciente economía, también ayudó a aumentar y fortalecer a la clase media.[9]  Desde el comienzo de la era hasta el final, esta clase pasó de ser el quince al veinticinco por ciento de la población.[10] El problema con la clase media era su relativamente nueva posición en una sociedad estrictamente estratificada.[11] Las mujeres, económicamente dependientes del patriarcado, no tenían necesidad de trabajar y podían darse el lujo de tener sirvientes para cuidar de las tareas domésticas.[12] Sin embargo, a diferencia de la clase alta, la clase media no podía permitirse distracciones para ocupar este nuevo tiempo libre.[13]  Aburridas y excluidas de la esfera pública, las mujeres de clase media encontraron un nuevo propósito en el único lugar en el que tenían poder: el hogar. En consecuencia, las mujeres no eligieron totalmente la nueva misión femenina, sino que hicieron todo lo posible para ejercer el poder dentro de los confines de su rol social.

Jane Maria Bowkett - Time for Tea

Jane Maria Bowkett – Time for Tea

A medida que Inglaterra se iba desarrollando durante la Revolución Industrial, también crecía el miedo de que la sociedad, en rápida evolución, pusiera en peligro al sistema patriarcal.[14] Los avances tecnológicos permitieron a las mujeres participar en el trabajo manual junto a los hombres, lo cual era toda una amenaza a los roles de género tradicionales.[15] Con esta cambiante esfera pública, la vida en el hogar era vista como el medio para estabilizar a la sociedad.
El Té, durante mucho tiempo dominio de las mujeres, fue un método utilizado para tal causa. Los hombres escribieron manuales de etiqueta sobre el comportamiento de las mujeres, que incluían a la cultura del té, para dar instrucciones específicas acerca de cómo los hombres pensaban que las mujeres debían comportarse. Los libros estaban exclusivamente destinados a la clase media, ya que las mujeres de clase baja no tenían tiempo para el absurdo de la etiqueta, y la clase alta era adoctrinada desde el nacimiento.[16] La clase media estaba a la vez preocupada por el comportamiento apropiado y fascinada por la vida de la élite, por lo que el manual se convirtió en un elemento básico en toda casa.[17] Los libros contenían todos los aspectos concernientes a la buena hospitalidad y al comportamiento apropiado.

Las Tea Parties (reuniones de té) eran consideradas las actividades menos formales, más amables y agradables de todas las de la casa.[18] Como el manual de etiqueta Hábitos de la Buena Sociedad describía, el «principal encanto residía en que un tea-party podía ser organizado con dos o tres días de anticipación.»[19] A pesar de que las invitaciones de palabra eran aceptables para reuniones más pequeñas con amigos cercanos, las cartas o tarjetas eran la forma apropiada de invitar a una fiesta.[20] Las tarjetas eran exclusivas de la cultura victoriana. Eran utilizadas para expresar la amistad femenina sin mostrar emoción desmedida o desubicación.[21] Para la clase media, las tarjetas eran el medio para acceder a los círculos sociales de élite, al mismo tiempo que descartaban compañías indeseables.[22] Al igual que las invitaciones, las tarjetas listaban de forma clara y simple los detalles de la reunión.[23] La hora del té era de cuatro a siete de la tarde, aunque «uno rara vez se presentaba antes de las cuatro y media.»[24]  Si uno no podía asistir a la reunión, debía enviar una simple tarjeta rechazando cortésmente la invitación.[25] Las notas en respuesta debían ser enviadas únicamente si uno se excusaba de ir.[26] Aunque las reuniones de té eran vistas como asuntos formales menores, como el protocolo de las invitaciones demuestra, estaban montadas de manera estructurada y protocolar. Además de dar a las mujeres algo que hacer, esta ritualización se convirtió en un hábito diario necesario, lo que les hacía más difícil a las mujeres salir de la esfera doméstica.

El Protocolo, en su forma más escrupulosa, se daba en la reunión misma. Un Manual de Etiqueta para Damas decía que la «manera más agradable para tomar el té de la tarde, era a invitar a algunas pocas amigas que se conocieran todas una a la otra.»[27] Estas reuniones pequeñas se llevaban a cabo, por lo general, durante la semana, entre amigas mujeres.[28] Requerían de mínimos preparativos a excepción de «tazas de té extra y pan y manteca.»[29]  Reuniones más grandes, para treinta a cincuenta personas, requerían «café, tortas, galletas, y en verano, hielo y copas claret.»[30] El libro era tan detallado que incluso enseñaba dónde debían ser colocados los refrescos. Las bebidas debían ser servidas en el extremo del comedor, mientras que los camareros asistían la otra parte de la mesa, en donde estaba la comida.[31] Las damas siempre debían sentarse, y los hombres recibían asientos cuando era posible.[32] Cuando hacía buen tiempo, si la anfitriona tenía espacio al aire libre, «una banda debía ubicarse bajo el árbol y los refrigerios debían ser servidos en varias carpas y marquesinas esparcidas por los jardines.»[33]  El libro incluso recomendaba ciertos tipos de porcelana y decoraciones. Las anfitrionas debían armar mesas de dos niveles, platos con proyecciones en forma de abanico, y nunca utilizar manteles blancos.[34] En general, estaban descriptos todos los tipos de eventos con té, dando a las mujeres todas las herramientas para ofrecer la fiesta de té ideal.

Alexander Rossi

Alexander Rossi

Además de las fiestas de té, éste también se consumía en los días de visita de la dama. Una dama reservaba un día por semana para quedarse en casa y recibir visitas.[35] Las mujeres hacían llevar una carta a sus sirvientes hasta la puerta, y si eran recibidas, visitaban a la anfitriona.[36] Una visita nunca debía superar los treinta minutos, el sombrero y el chal debían dejarse colocados, y las mujeres no podían discutir.[37] Para no perder la noción del tiempo, la visita comenzaba con una taza de té y terminaba cuando la taza se vaciaba.[38] Como las fiestas de té, las visitas requerían tiempo y estaban bien estructuradas.[39] Esta exactitud hacía que todos los eventos de té fueran uniformes, independientemente de la anfitriona.[40] La construcción de idénticas vidas hogareñas daba la tranquilidad al hogar de que el comportamiento de las mujeres era correcto y por lo tanto no corrompido por los cambios de la Revolución Industrial.[41] Si bien los manuales describían mucho más que la etiqueta del té, el té se consideraba un capricho decente, y por lo tanto, toda etiqueta relacionada a su consumo era esencial e importante para la preservación de una sociedad correcta.[42] El ritual del té se convirtió en la piedra angular de la construcción de tal sociedad.

Aparte de estabilidad, la mesa de té también daba, a las mujeres de clase media, un espacio para comunicarse. Excluidas de la vida pública, sin necesidad de trabajar pero sin el dinero suficiente para asistir constantemente a entretenimientos formales, las mujeres tenían pocas oportunidades de interactuar y hablar con otros, fuera de la familia. Sin embargo, el arte de la conversación se consideraba «esencial en la alta sociedad.»[43]  Al hacer de la conversación una parte tan importante de la mesa de té, las mujeres eran instruidas en que el hablar era sólo aceptable en esos ámbitos aprobados por la sociedad. Mientras se disfrutaba del té, la conversación era un entretenimiento aceptable.[44]  Antes de la época Victoriana en Inglaterra, la conversación a la mesa de té, era mucho más liberal. Causas sociales, como la abolición, se habían convertido en la misión de la mujer de clase alta.[45] De hecho, la Ley de Abolición de la Esclavitud de 1833 se aprobó con la ayuda de las mujeres.[46] Pero a medida que la clase media crecía y desarrollaba su propia y única cultura del té, la discusión de tales asuntos polémicos se empezó a considerar impertinente. [47] Las verdaderas damas evitaban «el escándalo, el chismerío, y la duplicidad.»[48] Por sobre de todo, las mujeres no debían discutir ninguna cosa que pareciera «de mal gusto a la señora de la casa.»[49] Esto dejaba a la mujer con tan sólo inocentes temas como la literatura o la música.[50] De este modo, entrenadas para hablar sólo acerca de lo que la sociedad aprobaba y cuando la sociedad lo aprobaba, las conversaciones de las mujeres eran muy limitadas.

Aunque las niñas no recibían una educación comparable a la de los varones, las mujeres por lo menos necesitaban un poco de ilustración con el fin de conversar en la buena sociedad. [51] Las jovencitas estudiaban temas no controversiales, como geografía y literatura popular, para poder tener algo que aportar a las conversaciones de la mesa de té.[52] A pesar de estas limitaciones, los libros de etiqueta aún desconfiaban de la educación femenina. Como Un Manual de Etiqueta explicaba, «con el fin de conversar agradable y comprensiblemente, una mujer debe cultivar su intelecto, no con la idea de convertirse en una intelectual o una pedante, sino para dejar una sociedad agradable y provechosa para los demás.»[53] Como el mundo intelectual era el mundo público (de los hombres), se consideraba a las mujeres que se jactaban de inteligentes de sobrepasar los límites de la sociedad.[54] La educación femenina era vista como peligrosa, ya que igualaba a los dos sexos, y daba a las mujeres las herramientas para trabajar junto a los hombres.[55]

Five O’Clock Tea by Julius LeBlanc Stewart

Five O’Clock Tea by Julius LeBlanc Stewart

La razón de este temor era que las fronteras del género eran necesarias para mantener la paz del hogar.[56] Mientras los hombres eran los amos económicos y jurídicos de sus esposas, las mujeres gobernaban el espacio doméstico.[57] En la mesa de té, como describía La Anfitriona y las Invitadas, las mujeres estaban a cargo, ya que «la mesa de té debiera ser atendida por la dueña de casa o sus hijas.»[58] Recibir se consideraba un alto honor y daba a las mujeres una pequeña sensación de poder en un mundo diseñado en contra del avance femenino.[59] Por el contrario, los hombres no participaban en los rituales del té. Después de la cena, mientras que las mujeres tomaban té, los hombres se retiraban a beber oporto y fumar.[60] Esta separación de género era una distinción importante. Como afirmaba La Anfitriona y las Invitadas, «los caballeros no apreciaban las reuniones de té.»[61] El té era territorio de las mujeres, y reforzaba su posición en la esfera privada.

El ritual del té se convirtió, de este modo, en un vehículo para que las mujeres se anclaran a un ciclo perpetuo de regresión. El mundo doméstico daba a las mujeres pequeños poderes con el fin de ocupar su tiempo en la falsa noble causa de una sociedad estable y moral. Las mujeres sostenían este mensaje, enseñando a sus hijas que «nunca es demasiado pronto para que una mujer aprenda que su primer deber social es no ser un estorbo.»[62] Al regular la forma en que todas las mujeres debían recibir, comportarse y comunicarse, la cultura del té era la de la sumisión y el entrampamiento. En consecuencia, el sometimiento de la mujer se convirtió en el resultado de sus propias acciones.

Mientras las mujeres entraban a un ciclo perpetuado por el Protocolo, el origen de la dicotomía equidad-corrección asfixiante, en la Inglaterra Victoriana, fue la sociedad dominada por los hombres. El manual esencial llevó a las mujeres de clase media a regular y restringir sus comportamientos para encajar en lo que los hombres imaginaban como la mujer doméstica ideal. Las reuniones de té y los días de visita, exclusivos de la Inglaterra Victoriana, llevaron a que las mujeres perdieran libertades de manera inconsciente. La limitada charla de la mesa de té ahogaba la expresión de las mujeres y exigía una educación femenina simplificada. Fundamentalmente, el concepto mismo de mujeres que sirven a los demás como anfitrionas perpetuas, las redujo al estatus de siervas dentro de su propia casa. Los libros de etiqueta describen a la Inglaterra Victoriana como un tiempo de gracia y de cultura. Sin embargo, en realidad, esos libros protocolares eran manuales masculinos de instrucciones, que convirtieron a la propia bebida de las mujeres en el medio para mantenerlas subordinadas en un mundo cambiante. El Protocolo del té, con toda su grandeza, debe ser recordado por lo que realmente fue: el tapón de estancamiento sobre el progreso de las mujeres.

An-interesting-letter-1890 Julius LeBlanc Stewart

An-interesting-letter-1890 Julius LeBlanc Stewart


[1] A Lady, A Manual of Etiquette For Ladies: OR, The Principles of Politeness (London: T. Allman & Sons, 1856), 3.

[2] Ibid.

[3] Gertrude Thomas. Richer Than Spices: How a Royal Bride’s Dowry Introduced Cane, Lacquer, Cottons, Tea, and Porcelain to England, and So Revolution (New York: Alfred A Knopf, 1965), 25.

[4] Ibid

[5] Ibid

[6] Sally Mitchell, Daily Life In Victorian England (Westport: Greenwood Press, 2009), 2.

[7] Ibid

[8] Ibid, 89

[9] Ibid

[10] Ibid, 20

[11] Ibid, 153

[12] Ibid

[13] Ibid, 146

[14] Julie Fromer. A Necessary Luxury: Tea in Victorian England (Ohio: Ohio University Press, 2008), 13.

[15] Mitchell, Daily Life, 20.

[16] Ibid

[17] Ibid

[18] The Habits of Good Society: A Handbook of Etiquette for Ladies and Gentlemen With Thoughts, Hints, and

Anecdotes (London: Virtue & Co., 1875) , 14.

[19] Ibid

[20] Ibid

[21] Ibid

[22] Mitchell, Daily Life in Victorian England, 162.

[23] Ibid

[24] The Hostess and Guest. A Guide to the Etiquette of Dinners, Suppers, Luncheons, The Precedence of Guests, Ect.Ect. (London: Ward, Lock, and Co., 1878), 53.

[25] The Habits of Good Society, 14.

[26] Ibid

[27] A Lady, A Manual of Etiquette, 51.

[28] Ibid

[29] Ibid

[30] ibid

[31] Ibid

[32] The Habits of Good Society, 14.

[33] A Lady, A Manual of Etiquette, 51.

[34] Ibid, 55

[35] Ibid., 19.

[36] Ibid

[37] Ibid

[38] Ibid

[39] Mitchell, Daily Life, 20.

[40] Ibid., 153.

[41] Ibid

[42] Ibid

[43] A Lady, A Manual of Etiquette, 22.

[44] Mitchell, Daily Life, 21.

[45] William Cowper, A Subject For Conversation and Reflection at the Tea Table (London: s.n., 1788), 2.

[46] Fromer, A Necessary Luxury, 239.

[47] A Lady, A Manual of Etiquette, 23.

[48] Ibid., 22.

[49] Ibid., 19.

[50] Ibid

[51] Mitchell, Daily Life, 21

[52] Ibid

[53] A “blue-stocking” was a derogatory term for an intellectual or literary woman. See Annie Edwards, A Blue-

Stocking (London: s.n., 1877), 2. Similarly, a “pedant” was one who displayed academic learning. See The New Encyclopedia Britannica, s.v. “pedant”. A Lady, A Manual of Etiquette, 24.

[54] Mitchell, Daily Life, 145.

[55] Ibid., 267.

[56] Fromer, A Necessary Luxury, 89.

[57] Mitchell, Daily Life, 146.

[58] The Hostess and Guest, 56.

[59] Ibid

[60] Fromer, A Necessary Luxury, 7.

[61] The Hostess and Guest, 52.

[62] Ibid., 25.

Fuente: Heath, Mary E. (2012) «A Woman’s World: How Afternoon Tea Defined and Hindered Victorian Middle Class Women,» Constructing the Past: Vol. 13: Iss. 1, Article 1. Available at: http://digitalcommons.iwu.edu/constructing/vol13/iss1/1

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Categoria: Arte con T, Chaepítie - чаепитие - "Tetear" ;-), Historia | Fecha: julio 4th, 2014 | Publicado por Gabriela Carina Chromoy

High Tea: el Té de la Clase Trabajadora

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GUUUUUUDMOOOORNING! Después de tantos días de ausencia, me meto a la bañera y abro este fin de semana con una obra de la, para mí, revolucionaria Lee Price, que retrató inteligente y magníficamente la difícil relación que tenemos las mujeres con nuestro cuerpo, nuestra imagen, nuestro rol, la comida y la bebida. ¿Por qué? Porque quiero proponerles una novela, también, revolucionaria. Quiero proponerles meternos en La Historia. Sí, otra vez. Pero esta vez, con una historia de las tantas de la Gran Historia que se llamó Revolución Industrial. Elegí, para eso, a Elizabeth Gaskell, una de las mejores y más críticas escritoras «feministas» de la Inglaterra del Siglo XIX. Quiero mostrarles que el té inglés no es, solamente, el faifoclokchí de puntillas y sombreros; que hubo un té inglés más lavado, bebido con algo de azúcar, y preparado con agua hervida como única forma de obtener una bebida no contaminada que no fuera cerveza, acompañado, con suerte, con los únicos bocados del día, antes de irse a dormir, y que era (y, en algunos lugares, todavía es) el té de la clase trabajadora. La novela es «MARY BARTON», y nos va a contar muchas, muchísimas cosas que, les aseguro, nos van a conmover hasta las tripas. Comenzaremos, si me acompañan, luego de las Vacaciones de Invierno de los chicos. Mismo formato: Té literario, en entregas, con final feliz ya veremos dónde.
«…Pero estoy seguro de esto: cuando Dios concede una bendición, ésta siempre lleva implícito un deber; y el deber de quienes son felices es ayudar a los que sufren a sobrellevar su aflicción.»

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Categoria: Eventos | Fecha: junio 20th, 2014 | Publicado por Gabriela Carina Chromoy

SAN JOSÉ, CAPITAL DEL MATE DE TÉ. UNA TRADICIÓN APTA PARA TODO PÚBLICO.

Este fin de semana, vivimos intensamente la experiencia del Segundo Festival del Mate de Té. Una vez más, trato de ordenar, en mi cabeza y en mi corazón, las imágenes, los sonidos, los aromas, los sabores, los abrazos y los besos que me traigo de San José.
Si bien la Primera Edición fue todo un éxito, no puedo dejar de mencionar que esta vez fue un exitazo. Un exitazo de gente de todas las edades y de todo tipo, de participación, de alegría, de organización y de ganas de hacer cosas por los demás. Y esto es así porque si hay una instancia en la que se puede sentir en la propia piel un modelo de país en el que todos y cada uno son protagonistas, esa instancia es este Festival.
Desde el propio ombligo, no tengo más que palabras de agradecimiento por todo lo que recibo de los sanjosecinos, que es mucho más que lo que doy. Siempre. Vuelvo colmada de afecto, de amigos, de atenciones y, por sobre todas las cosas, de un intercambio que me enriquece y me hace crecer al mismo tiempo que trato de entregar lo poco o mucho que sé, en este caso, sobre la cultura del té y sus diferentes expresiones.
Nunca más que ayer, mientras regresábamos al ruido de la ciudad, pensaba en la Convención de los Derechos del Niño y el Derecho a la participación. Y es que esta fiesta ha sido creada, pensada y llevada a cabo por niños, adolescentes y jóvenes que absorbieron la tradición de sus mayores y que fueron tenidos en cuenta, que se expresaron y fueron escuchados, que asumieron la responsabilidad de llevar adelante un Centro Cultural -como lo es La Estación- y que lo hacen con amor y compromiso, durante todo el año, a través de acciones concretas, reales, fundamentales, producto de su libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, de su libertad de asociación y de su libertad de celebrar reuniones pacíficas.
Me quedo con algunas imágenes, grabadas, para siempre, en la retina: las carreras del concurso de velocidad entre risas de grandes y chicos, la gente bailando feliz en el predio campestre, el mejor mate de té cebado por una niña que mejoró notoriamente su producción desde la última vez que la vi, la gente hermosa de todas las edades escuchando una clase de un tema tan específico como el té, y esa misma gente, ávida por aprender a elaborar sus propias mezclas, respetando los espacios, los tiempos, las necesidades de todos, los mates de té de los adultos mayores de los hogares, las danzas folclóricas bailadas por niños con distintas capacidades, los puestos de artesanos con sus cuidadas producciones… Finalmente, las manos de una gurisa blendeando, absolutamente concentrada, tal vez por primera vez en su vida, lo cual me dejó con la satisfacción del deber cumplido: pasar el ritual de una práctica ancestral a las generaciones más jóvenes, con la certeza de que la Tradición nos ayuda a echar raíces y que, cada vez que la recreamos, nos crecen alas.
Gracias Entre Ríos, gracias San José, millones de gracias a Marisa Follonier y a todo el Área Joven. Los llevo en el corazón.
Gabriela

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Categoria: Chaepítie - чаепитие - "Tetear" ;-), Cocinar-té, Té Blanco, Té Dorado | Fecha: abril 20th, 2014 | Publicado por Gabriela Carina Chromoy

GOLDEN LEICAJ CON TÉ, DE PESAJ (receta original de DaCha Russkiĭ Sekret)

A todos los amigos de la comunidad judía y a aquéllos que tienen amigos judíos y quieren agasajarlos en Pesaj, que es la fiesta de la libertad, este año les paso la receta con tiempo para que puedan practicar.
En la nota anterior, el SCHWARZER LEICAJ (imperdible).

Sé que la utilización de harina de matzá en repostería complica las cosas… pero no las hace imposibles. Así que, a animarse!

GOLDEN LEICAJ CON TÉ, DE PESAJ (Torta dorada de miel, de Pesaj, con té)
Ingredientes:
3 huevos
2 tazas de azúcar blanca
3/4 tazas de miel de buena calidad
1 taza de té dorado bien cargado (también pueden usar Bai Mu Dan o Sweet Heather de DaCha)
1/4 taza de aceite neutro
1 chorro de esencia de vainilla
1 copita de brandy
2 y 3/4 tazas de harina de matze (matzemeil)
100 gramos de almendras tostadas
100 gramos de pasas de uva rubias
Preparación:
En un bowl batir bien los huevos y agregar el azúcar. Batir hasta que la mezcla esté casi blanca. Incorporar la miel y batir bien. Incorporar el té y batir muy bien. Incorporar el aceite y batir MUCHO.
Agregar la esencia y el brandy y batir.
Incorporar la harina de matze de 1 sola vez y mezclar hasta integrar, sin batir y luego mezclar con el dorso de la cuchara con movimientos envolventes para incorporar aire.
Aceitar un molde savarín y verter, en 3 capas, alternando la mezcla y las almendras y pasas de uva.
Llevar a un horno precalentado a mínimo, con una asadera con agua en el piso, durante 1 hora (a partir de la hora, controlar con un palillo de brochete, que debe salir húmedo pero no sucio).
Desmoldar casi frío y salpicar con una ganache hecha con chocolate amargo fundido con 2 cucharadas del té perfumado que más les guste y algunas pasas más.
Maridar con «SWEET HEATHER» de DaCha.

SWEET HEATHER

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Categoria: Arte con T, Chaepítie - чаепитие - "Tetear" ;-) | Fecha: abril 20th, 2014 | Publicado por Gabriela Carina Chromoy

PASCUA EN LA DACHA

Андрей Саратов Пасхальный натюрморт.

Llegamos a los días de Pascua. Como es nuestra costumbre, en la DaCha, compartimos té, arte, lectura, reflexión. Gracias a una cita David Mitchell, de la película Cloud Atlas, me acordé de este cuento corto, esta historia chiquita, de Chéjov, que el escritor confesó su preferida. La cita de David Mitchell es ésta: «Nuestras vidas no son nuestras. Estamos unidos a otros, pasado y presente. Y en cada crimen y cada gentileza, parimos nuestro futuro.» El cuento de Chéjov es éste:

EL ESTUDIANTE

En principio, el tiempo era bueno y tranquilo. Los mirlos gorjeaban y de los pantanos vecinos llegaba el zumbido lastimoso de algo vivo, igual que si soplaran en una botella vacía. Una becada inició el vuelo, y un disparo retumbó en el aire primaveral con alegría y estrépito. Pero cuando oscureció en el bosque, empezó a soplar el intempestivo y frío viento del este y todo quedó en silencio. Los charcos se cubrieron de agujas de hielo y el bosque adquirió un aspecto desapacible, sórdido y solitario. Olía a invierno.
Iván Velikopolski, estudiante de la academia eclesiástica, hijo de un sacristán, volvía de cazar y se dirigía a su casa por un sendero junto a un prado anegado. Tenía los dedos entumecidos y el viento le quemaba la cara. Le parecía que ese frío repentino quebraba el orden y la armonía, que la propia naturaleza sentía miedo y que, por ello, había oscurecido antes de tiempo. A su alrededor todo estaba desierto y parecía especialmente sombrío. Sólo en la huerta de las viudas, junto al río, brillaba una luz; en unas cuatro verstas a la redonda, hasta donde estaba la aldea, todo estaba sumido en la fría oscuridad de la noche. El estudiante recordó que cuando salió de casa, su madre, descalza, sentada en el suelo del zaguán, limpiaba el samovar, y su padre estaba echado junto a la estufa y tosía; al ser Viernes Santo, en su casa no habían hecho comida y sentía un hambre atroz. Ahora, encogido de frío, el estudiante pensaba que ese mismo viento soplaba en tiempos de Riurik, de Iván el Terrible y de Pedro el Grande y que también en aquellos tiempos había existido esa brutal pobreza, esa hambruna, esas agujereadas techumbres de paja, la ignorancia, la tristeza, ese mismo entorno desierto, la oscuridad y el sentimiento de opresión. Todos esos horrores habían existido, existían y existirían y, aun cuando pasaran mil años más, la vida no sería mejor. No tenía ganas de volver a casa.
La huerta de las viudas se llamaba así porque la cuidaban dos viudas, madre e hija. Una hoguera ardía vivamente, entre chasquidos y chisporroteos, iluminando a su alrededor la tierra labrada. La viuda Vasilisa, una vieja alta y robusta, vestida con una zamarra de hombre, estaba junto al fuego y miraba con aire pensativo las llamas; su hija Lukeria, baja, de rostro abobado, picado de viruelas, estaba sentada en el suelo y fregaba el caldero y las cucharas. Seguramente acababan de cenar. Se oían voces de hombre; eran los trabajadores del lugar que llevaban los caballos a abrevar al río
-Ha vuelto el invierno -dijo el estudiante, acercándose a la hoguera-. ¡Buenas noches!
Vasilisa se estremeció, pero enseguida lo reconoció y sonrió afablemente.
-No te había reconocido, Dios mío. Eso es que vas a ser rico.
Se pusieron a conversar. Vasilisa era una mujer que había vivido mucho. Había servido en un tiempo como nodriza y después como niñera en casa de unos señores, se expresaba con delicadeza y su rostro mostraba siempre una leve y sensata sonrisa. Lukeria, su hija, era una aldeana, sumisa ante su marido, se limitaba a mirar al estudiante y a permanecer callada, con una expresión extraña en el rostro, como la de un sordomudo.
-En una noche igual de fría que ésta, se calentaba en la hoguera el apóstol Pedro -dijo el estudiante, extendiendo las manos hacia el fuego-. Eso quiere decir que también entonces hacía frío. ¡Ah, qué noche tan terrible fue esa! ¡Una noche larga y triste a más no poder!
Miró a la oscuridad que le rodeaba, sacudió convulsivamente la cabeza y preguntó:
-¿Fuiste a la lectura del Evangelio?
-Sí, fui.
-Entonces te acordarás de que durante la Última Cena, Pedro dijo a Jesús: «Estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte». Y el Señor le contestó: «Pedro, en verdad te digo que antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces». Después de la cena, Jesús se puso muy triste en el huerto y rezó, mientras el pobre Pedro, completamente agotado, con los párpados pesados, no pudo vencer al sueño y se durmió. Luego oirías que Judas besó a Jesús y lo entregó a sus verdugos aquella misma noche. Lo llevaron atado ante el sumo pontífice y lo azotaron, mientras Pedro, exhausto, atormentado por la angustia y la tristeza, ¿lo entiendes?, desvelado, presintiendo que algo terrible iba a suceder en la tierra, los siguió… Quería con locura a Jesús y ahora veía, desde lejos, cómo lo azotaban…
Lukeria dejó las cucharas y fijó su inmóvil mirada en el estudiante.

-Llegaron adonde estaba el sumo pontífice -prosiguió- y comenzaron a interrogar a Jesús, mientras los criados encendieron una hoguera en medio del patio, pues hacía frío, y se calentaban. Con ellos, cerca de la hoguera, estaba Pedro y también se calentaba, como yo ahora. Una mujer, al verlo, dijo: «Éste también estaba con Jesús», lo que quería decir que también a él había que llevarlo al interrogatorio. Todos los criados que se hallaban junto al fuego le miraron, seguro, severamente, con recelo, puesto que él, agitado, dijo: «No lo conozco». Poco después, alguien lo reconoció de nuevo como uno de los discípulos de Jesús y dijo: «Tú también eres de los suyos». Y él lo volvió a negar. Y por tercera vez, alguien se dirigió a él: «¿Acaso no te he visto hoy con él en el huerto?». Y él lo negó por tercera vez. Justo después de eso, cantó el gallo y Pedro, mirando desde lejos a Jesús, recordó las palabras que él le había dicho durante la cena… Las recordó, volvió en sí, salió del patio y rompió a llorar amargamente. El Evangelio dice: «Tras salir de allí, lloró amargamente». Así me lo imagino: un jardín tranquilo, muy tranquilo, y oscuro, muy oscuro, y en medio del silencio apenas se oye un callado sollozo…
El estudiante suspiró y se quedó pensativo. Vasilisa, que seguía sonriente, sollozó de pronto, gruesas y abundantes lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras ella interponía una manga entre su rostro y el fuego, como si se avergonzara de sus propias lágrimas. Lukeria, por su parte, miraba fijamente al estudiante, ruborizada, con la expresión grave y tensa, como la de quien siente un fuerte dolor.
Los trabajadores volvían del río, y uno de ellos, montado a caballo, ya estaba cerca y la luz de la hoguera oscilaba ante él. El estudiante dio las buenas noches a las viudas y reemprendió la marcha. De nuevo lo envolvió la oscuridad y se entumecieron sus manos. Hacía mucho viento; parecía, en efecto, que el invierno había vuelto y no que al cabo de dos días llegaría la Pascua. Ahora el estudiante pensaba en Vasilisa: si se echó a llorar es porque lo que le sucedió a Pedro aquella terrible noche guarda alguna relación con ella…

Miró atrás. El fuego solitario crepitaba en la oscuridad, y a su lado ya no se veía a nadie. El estudiante volvió a pensar que si Vasilisa se echó a llorar y su hija se conmovió, era evidente que aquello que él había contado, lo que sucedió diecinueve siglos antes, tenía relación con el presente, con las dos mujeres y, probablemente, con aquella aldea desierta, con él mismo y con todo el mundo. Si la vieja se echó a llorar no fue porque él lo supiera contar de manera conmovedora, sino porque Pedro le resultaba cercano a ella y porque ella se interesaba con todo su ser en lo que había ocurrido en el alma de Pedro.
Una súbita alegría agitó su alma, e incluso tuvo que pararse para recobrar el aliento. «El pasado -pensó- y el presente están unidos por una cadena ininterrumpida de acontecimientos que surgen unos de otros». Y le pareció que acababa de ver los dos extremos de esa cadena: al tocar uno de ellos, vibraba el otro.
Luego, cruzó el río en una balsa y después, al subir la colina, contempló su aldea natal y el poniente, donde en la raya del ocaso brillaba una luz púrpura y fría. Entonces pensó que la verdad y la belleza que habían orientado la vida humana en el huerto y en el palacio del sumo pontífice, habían continuado sin interrupción hasta el tiempo presente y siempre constituirían lo más importante de la vida humana y de toda la tierra. Un sentimiento de juventud, de salud, de fuerza (sólo tenía veintidós años), y una inefable y dulce esperanza de felicidad, de una misteriosa y desconocida felicidad, se apoderaron poco a poco de él, y la vida le pareció admirable, encantadora, llena de un elevado sentido.

Fin

FELICES PASCUAS, AMIGOS QUERIDOS. COMPARTAN SUS MEJORES SENTIMIENTOS, SU MEJOR MESA Y SU MEJOR TÉ.

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Categoria: Cocinar-té, Té Negro, Té Rojo, Té Verde, Uncategorized | Fecha: abril 16th, 2014 | Publicado por Gabriela Carina Chromoy

CELEBREMOS PASCUA Y PESAJ CON TÉ

Un alimento que tienen en común Pascua y Pesaj es el símbolo eterno de la vida, el huevo. El marmolado de los huevos en té es una receta atemporal y especialmente aplicable para la temporada. Después de infusionar los huevos en el té, pueden servirse en mitades, enteros o picados para ensalada de huevo y cebollita, de macarrones o de atún. En el espíritu de la temporada, sugerimos un té verde Mao Feng, de un sabor astringente y herbal delicado, aunque a los tradicionalistas les encanta el té negro de Yunnan para hacer este clásico.

HUEVOS MARMOLADOS EN TÉ
Colocar los 6 huevos en una cacerola y cubrir completamente con agua fría. Llevar a ebullición durante 12 minutos hasta que estén duros. Retirar del agua y golpear suavemente las cáscaras para quebrarlas pero no pelarlos.
Preparar 750 cc de VIAJE A ŠIPAN y enfriar. Colar las hebras y verter el licor (el té) en una cacerola, colocar los huevos rotos con suavidad, tapar y dejar durante toda la noche. Para servir, retirar las cáscaras para revelar el patrón o aspecto marmolado de las claras. La receta se puede duplicar fácilmente.

PESAJ
Pesaj conmemora la huida de los hebreos de la esclavitud en Egipto. Sin tiempo para esperar a que el pan leudara, se llevaron con ellos pan ácimo. Este pan plano es lo que hoy hacemos, intencionadamente, simplemente con agua y trigo y llamamos matzá. En honor a la fuga hacia la libertad, en Pesaj se omite la levadura de los alimentos, por lo que los postres pueden ser un desafío. Afortunadamente, el chocolate viene al rescate!

IDEAS PARA POSTRES DE PESAJ CON CHOCOLATE
El chocolate, preferiblemente negro, está disponible en los productos kosher para Pesaj. Es el ingrediente perfecto para fundir y verter sobre la fruta seca (mangos, plátanos, arándanos secos y cerezas). Y, ¿qué mejor uso para el chocolate derretido que verterlo sobre las frutillas frescas limpias y secas?. Colocar las frutas cubiertas con chocolate sobre papel encerado y dejar que el chocolate se endurezca, luego colocarlas sobre una bonita bandeja. Lo más probable es que todos los otros dulces sean ignorados: el chocolate es muy seductor!

O bien, añadir una cucharada de MAIA Y KOLYA, OLD LAVENDER 1932, INVIERNO EN KIEV recién hecho o su blend o té rojo (negro) favorito al chocolate derretido o usar sólo chocolate y añadir una capa delgadita de verde Matcha para darle un toque provocativo a las papilas gustativas. Esto es perfecto tanto para la Pesaj, Semana Santa y nos atrevemos a decir, todos los días!

 

TRUFAS DE CHOCOLATE CON MATCHA
Lo mejor de esta receta es que lleva tan poco tiempo hacerla, es un regalo tan perfecto para cualquier anfitrión, y su sabor es tan intenso y embriagador que se preguntarán cómo han celebrado el final de un hermoso brunch de domingo de Pascua o la cena del Seder de Pesaj sin ella.
Ingredientes:
240 ml de crema de leche
¼ de taza de Kero
2 cucharadas de azúcar morena
1 cucharada de Matcha para la receta
1 cucharada de Matcha para espolvorear
340 gramos de chocolate Kosher amargo o un clásico chocolate 70%
Una pizca de sal gruesa kosher
Preparación:
Cubra una placa para horno con papel manteca y reservar.
En una olla pequeña poner la crema a fuego muy lento. Verter suavemente el Kero y el azúcar moreno y revolver lentamente con una cuchara de madera hasta que esté completamente disuelto, lo que tarda unos dos minutos. Añadir 1 cucharada de Matcha y revolver hasta disolver. Retirar la cacerola del fuego y reservar.
Picar el chocolate en pedazos pequeños y colocarlos en un bowl grande. Verter la mezcla de crema caliente y mezclar bien. Verter cuidadosamente en la placa para horno, alisando lo mejor posible (una espátula de silicona es ideal para esto).
Cubra con otra hoja de papel manteca y enfriar en la heladera durante 1 hora.
Retirar y dar forma a las trufas. Utilizar una cucharita para sacar un pedazo grande y colocarlo en la palma de una mano. Usar ambas manos para alisar una bolita de 2,5 cm de diámetro. Repetir hasta obtener 4 docenas de trufas, aproximadamente.
Colocarlas en una bandeja grande que permita un cierto margen entre cada una. Poner la cucharada restante de Matcha en un tamiz de malla fina y golpear suavemente el lateral del tamiz para espolvorear la parte superior del chocolate. Colocar encima de cada trufa unos pocos granos de sal gruesa kosher o similar.

NOTA: El té es una planta y todas las plantas son kosher y kosher para Pesaj; sin embargo, los hogares estrictamente observantes pueden consultar a expertos locales en kashrut.

SEMANA SANTA
Las roscas de Pascua, dulces y huevos de chocolate, son una adición popular europea al almuerzo de Pascua, que tiene a la pata de cordero o jamón como plato principal. Les damos la receta de un barniz de té para el jamón, que sin duda deleitará los paladares.

JAMÓN CON GLASEADO CON SALSA DE TÉ Y NARANJA
Ésta es una receta fácil de hacer que utiliza la misma asadera para hornear varios pasos. Usar un Keemun, Lapsang Souchong o un indulgente Yunnan, agregará el contrapunto justo a la dulzura de la mermelada. El sabor picante de los tradicionales clavos y la mostaza dará una complejidad de múltiples capas. Los sobrantes se pueden cortar en daditos y añadirse como guarnición a las ensaladas de huevo o fideos.
Ingredientes para el jamón:
1 jamón extra grande totalmente cocido con hueso (alrededor de 7 kilos), preferentemente ahumado
36 clavos de olor enteros
1 taza de mermelada de naranja de buena calidad
1/4 taza de mostaza gruesa
2 cucharadas más 1 1/2 tazas de agua
Ingredientes para la salsa:
2 tazas de HISTORIAS DE HUMO o MANDARÍN IMPERIAL preparado
2 tazas de caldo de pollo fresco
1 taza de jugo de naranja recién exprimido
3 cucharadas de mermelada de naranja
1 cucharada de mostaza gruesa
1 cucharada de almidón de maíz, disuelta en 1 cucharada de agua

Para preparar el jamón:
Colocar la parrilla en el centro del horno y precalentar entre bajo y moderado.
Quitar el exceso de grasa de la parte superior de jamón, dejando una capa delgada que deberá marcarse en forma de diamante con un cuchillo. Insertar el clavo en el centro de cada diamante. Colocar el jamón en una asadera fuerte y hornear alrededor de 3 horas y media o hasta que el termómetro insertado en el centro de jamón registra 70/75°C. (Jamones más grandes pueden requerir hasta 15 minutos más tiempo de cocción.)
Derretir 1 taza de mermelada en una cacerola pequeña a fuego medio. Batir la mostaza con 2 cucharadas de agua. Hervir hasta que la mezcla espese lo suficiente como para cubrir una cuchara de madera, sin goteo, unos 6 minutos. Reservar.
Pasar el jamón cocido a una tabla de cortar grande (con ranuras en ella para atrapar los jugos). Aumentar la temperatura del horno a fuerte.
Colocar la asadera sbre la hornalla misma, a fuego medio, tirar en ella la 1 1/2 tazas de agua y raspar los pedacitos dorados del fondo con una espátula o cuchara de madera. Pasar los jugos de a un bowl y congelarlos 15 minutos para endurecer la grasa. A continuación, retirar la grasa con una cuchara y deshechar. Reservar los jugos.
Forrar la asadera con papel de aluminio. Colocar en ella el jamón y una cuchara la mezcla de mermelada sobre éste. Continuar la cocción del jamón hasta que el barniz empiece a caramelizar, unos 20 minutos. Dejar reposar por 30 minutos el jamón.

Para preparar la salsa:
Hervir el té y luego verter en una cacerola mediana. Agregar 2 tazas de caldo de pollo, 1 taza de jugo de naranja y 3 cucharadas de mermelada de naranja y dejar hervir hasta que haya una reducción a 3 tazas. (Unos 10-12 minutos.) Incorporar 1 cucharada de mostaza de Dijon y los jugos de la asadera que se reservaron. Batir bien y volver a hervir. Batir la mezcla de almidón de maíz y hervir hasta que espese un poco, unos 4 minutos.

Trinchar el jamón. Presentar en una fuente con la salsa en una salsera.

FELICES PASCUAS Y JAG PESAJ SAMEAJ PARA TODOS. COMPARTAN SU MESA Y SU MEJOR TÉ.

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Categoria: Chaepítie - чаепитие - "Tetear" ;-), Cocinar-té, Té Rojo | Fecha: abril 15th, 2014 | Publicado por Gabriela Carina Chromoy

SCHWARZER LEICAJ CON TÉ, DE PESAJ (receta original de DaCha Russkiĭ Sekret)

A todos los amigos de la comunidad judía y a aquéllos que tienen amigos judíos y quieren agasajarlos en Pesaj, que es la fiesta de la libertad, este año les paso la receta con tiempo para que puedan practicar.
En la próxima nota, el GOLDEN LEICAJ (imperdible).

Sé que la utilización de harina de matzá en repostería complica las cosas… pero no las hace imposibles. Así que, a animarse!

SCHWARZER LEICAJ DE PESAJ, CON TÉ (Torta oscura de miel de Pesaj, con Té)
Ingredientes:
3 huevos
2 tazas de azúcar (blanca o rubia o 1 y 1)
3/4 tazas de miel de buena calidad
1 taza de té rojo (negro) bien cargado -puede ser un blend tipo MAIA Y KOLYA
1/4 taza de aceite neutro
1 chorro de esencia de vainilla
1 copita de vodka
ralladura de 1 limón
1 cda de canela
1 cda de café instantáneo bien soluble (sin preparar)
1 cda de cacao amargo
2 y 3/4 tazas de harina de matze (matzemeil)
150 gramos de nueces picadas groseramente
Preparación:
En un bowl batir bien los huevos y agregar el azúcar. Batir hasta que la mezcla esté casi blanca. Incorporar la miel y batir bien. Incorporar el té y batir muy bien. Incorporar el aceite y batir MUCHO.
Agregar la esencia y el vodka y batir.
Agregar la ralladura, la canela, el café y el cacao e integrar batiendo muy bien.
Incorporar la harina de matze de 1 sola vez y mezclar hasta integrar, sin batir y luego mezclar con el dorso de la cuchara con movimientos envolventes para incorporar aire.
Aceitar un molde savarín y verter, en 3 capas, alternando la mezcla y las nueces.
Llevar a un horno precalentado a mínimo, con una asadera con agua en el piso, durante 1 hora (a partir de la hora, controlar con un palillo de brochette, que debe salir húmedo pero no sucio).
Maridar con “TIERRA DE COLONOS”, “MAIA Y KOLYA” u “OLD LAVENDER 1932” de DaCha.

TIERRA DE COLONOS

MAIA Y KOLYA

OLD LAVENDER 1932

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Categoria: Chaepítie - чаепитие - "Tetear" ;-), Historia | Fecha: abril 14th, 2014 | Publicado por Gabriela Carina Chromoy

LA FIESTA DE LA LIBERTAD

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Cocinando mucho, mucho. Hoy es día de recetas secretas, guardadas con mucho celo, de generación en generación; hoy es día de ollas, pescados, té, recuerdos, memoria, tradición, libertad y redención.
Jag Pesaj Sameaj. ♥

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Categoria: Té Literario ~ Peonía, Uncategorized | Fecha: abril 11th, 2014 | Publicado por Gabriela Carina Chromoy

PEONÍA – PEARL S. BUCK (PDF)

PeonyNovelQueridos amigos de esta dacha virtual: debajo iré pegando los enlaces para la lectura de nuestra nueva novela. Prepárense una tetera con su té preferido y disfrútenlos. Recuerden que nos encontraremos para leer las últimas páginas juntos y compartir un bello chaepítie. Que tengan un hermoso fin de semana.
Gabriela

 

1) PEONÍA.PDF-páginas 1 A 55-

2) PEONÍA.PDF-páginas 56 A 110-

3) PEONÍA.PDF-páginas 111 A 165-

4) PEONÍA.PDF-páginas 166 A 220-

5) PEONÍA.PDF-páginas 221 A 275-

6) PEONÍA.PDF-páginas 276 A 330-

7) PEONÍA.PDF-páginas 331 A 385- versión mini no imprimible

8) PEONÍA.PDF-páginas 386 A 442- versión mini no imprimible

Hasta aquí llegamos con los archivos, por ahora. Para conocer el final, nos encontraremos el día Sábado 26 de Abril, a las 16 horas, en La Biblioteca Café (Marcelo T. de Alvear 1155), donde leeremos las últimas páginas, y degustaremos dos pasos de té con maridaje dulce y salado; luego tendremos análisis y debate de la obra.

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Buenos Aires - Argentina | Tel. 15-6734-2781 - Llámenos gratuitamente | sekret@dachablends.com.ar

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