
La clase obrera tomaba el té en un contexto cultural diferente al de la burguesía. Miles trabajaban en las fábricas que eran propiedad de -o estaban administradas por- los maridos de las mujeres de clase media que ofrecían “tea parties” en sus casas.
El Té, para la clase obrera, era una sustancia que constituía un descanso del trabajo, un breve tiempo de descanso para socializar con los demás trabajadores y juntar fuerzas para terminar el día. No sólo era un recreo del trabajo, sino que la cafeína y el azúcar del té caliente daban la sensación de haber comido algo. El té hacía que cualquier alimento pareciera una comida caliente, y era bebido en grandes cantidades entre la clase obrera, como antes se bebía cerveza. ¿Por qué este cambio de bebidas alcohólicas tradicionales por té, una bebida que había sido un lujo extranjero durante los dos últimos siglos?
Las clases trabajadoras consumieron té desde el siglo XVIII, como indica un panfleto escrito en 1765 contra el uso de té, ya que creaba mucho gasto para el reino, en el que era «…el lujo común de todas las camareras, costureras y las esposas de los comerciantes, tanto en la ciudad como en el campo…»(Swift 1765: 199). Sin embargo, el té no llegó a estar ampliamente disponible y asequible, para las clases trabajadoras, hasta mediados a finales del siglo XIX.
Por el 1830, el té era un «lujo» necesario para muchos en la clase obrera (Harrison, 1971: 38). Los años 1870 y 1880 marcaron la introducción de té negro barato de Sri Lanka en el mercado de Gran Bretaña. Esto, sumado al aumento en el comercio de las carabelas de té que se inició en las décadas de 1830 y 1840, ayudó a que el precio del té fuera relativamente bajo. A mediados del siglo XIX, un nuevo énfasis en la moralidad dio origen al movimiento popular antialcohólico, y la clase trabajadora necesitó encontrar un sustituto barato del alcohol. El Té barato llegó exactamente en el momento preciso de la historia para ocupar este lugar.
El movimiento antialcohólico tuvo sus inicios en 1791, cuando un grupo de cuáqueros se unió a otros en contra de la esclavitud y se abstuvo del consumo de azúcar y ron, ya que ambas sustancias eran producidas por mano de obra esclava. El movimiento se expandió, incluyendo la abstinencia de todas las bebidas alcohólicas. El té fue elegido como una de las bebidas alternativas al alcohol, posiblemente en relación a la elección previa que Catalina de Braganza hizo del té como sustituto del mismo.
Antes del siglo XVIII, el alcohol era una de las pocas bebidas no contaminadas a disposición de la clase obrera. Las fuentes de agua eran, a menudo, impuras y difíciles de obtener, y la leche no se trataba adecuadamente a fin de evitar el crecimiento de bacterias. A principios del 1800, comenzó el suministro de agua a través de cañerías de agua limpia; el agua llegó, entonces, a mayor número de personas que nunca antes. En 1840, el movimiento antialcohólico se había convertido en un poderoso movimiento de la clase obrera, y si bien había soda y cerveza de jengibre, éstas eran más costosas que el té, por tanto el consumo de té per cápita aumentó considerablemente (Harrison, 1971: 38-100).
En el Siglo XIX, la dieta de la clase obrera era extremadamente mala. Los salarios más altos del siglo XVIII no continuaron en el siguiente, y la desnutrición entre la clase obrera era un gran problema, ya que las principales fuentes de nutrición eran el pan, las papas y el té fuerte. Para 1871 la persona británica promedio consumía cerca de cuatro libras (casi dos kilos) de té en un año (Drummond y Wilbraham 1939: 390).
El consumo de té entre las clases trabajadoras era muy diferente de la compleja serie de etiquetas que rodeaban al té en la burguesía. Había cierto grado de emulación de la burguesía tanto en el cambio de alcohol por té como en el consumo de té sobre otras bebidas disponibles. Sin embargo, la forma en que el té se bebía y el significado que se le daba a su consumo eran completamente diferentes para la clase obrera.
El High Tea (Té cena), que mucha gente confunde con el Afternoon Tea (té de la tarde), tomó el lugar de la cena, cuando no podía accederse a una adecuada comida caliente. El High Tea era una comida familiar que se llevaba a cabo en algún momento entre las 5 y las 7 de la tarde. Era mucho más sustancioso que los pocos sándwiches y pasteles servidos en un Afternoon Tea de la burguesía. Se servían uno o dos pequeños platos calientes junto con carnes frías como pollo, jamón, carnes de caza, ensalada y pasteles o tartas. El Té se convirtió en parte de una comida más grande, esfumándose en un segundo plano al pasar de la mesa al aparador.
Para los miembros de la clase obrera, el té no fue un artículo de lujo, sino una necesidad diaria.
Fuente: Kendra Wilhelm
Obra: Thomas Benjamin Kennington: Chatterboxes